Blog de Carlos J. García

Lo que puede llegar a esconder la propaganda

La crisis que vivimos tiene un enorme calado, afecta prácticamente a todas las áreas de nuestras vidas y de algunas extensiones que las conciernen, incluyendo sus antecedentes, sus consecuencias y también a los cimientos de nuestra actual cultura. Con esto quiero decir que puede darnos mucho que pensar o, por el contrario, evadirnos a base de poner mucho esfuerzo en ese empeño.

Como no puede ser de otro modo y visto lo visto acerca de cómo gestiona el actual gobierno, tanto lo público como lo privado, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, la riqueza y la pobreza, y, en general, la existencia de todos a quienes nos gobierna, resulta necesario examinar como gestiona la comunicación, la información y la propaganda.

De entre el abultado material disponible en múltiples medios de comunicación he seleccionado para su análisis uno concreto que hace referencia a la salud y también a la historia de nuestro actual sistema sanitario.

Se trata de un audiovisual producido por el PSOE y emitido por youtube cuya difusión ha sido suficientemente amplia en otros medios como para acceder a un alto porcentaje de la población:

https://www.youtube.com/watch?v=aNGajEs153o&feature=youtu.be

 

Se inicia con los rótulos PSOE y el número 140, que hace referencia a los años de antigüedad de dicho partido desde su fundación.

Las imágenes que contiene incluyen a: la del Ministro de Sanidad Salvador Illa militante del PSC; una imagen del hospital madrileño de La Paz; una imagen de Ernest Lluch (también militante del PSC que fue el Ministro de Sanidad con Felipe González del año 1982 al 1986); una imagen del propio Felipe González; variadas imágenes de sanitarios trabajando y otras manifestándose para la defensa de la Sanidad pública en contra del Partido Popular con pancartas con el eslogan “la sanidad pública no se vende, se defiende”; diversas ambulancias; imágenes de hospitales de campaña, varias de sanitarios aplaudiendo, etc. La música de fondo es de algún tipo que podría calificarse como triunfalista.

Los subtítulos del audiovisual son de dos tamaños. Toda la primera parte netamente más grandes que los que acompañan la imagen final de Pedro Sánchez que son verbalizados por el propio presidente del gobierno y que cierran el documento: “Los profesionales de la salud, que sois ejemplo de heroicidad con vuestra entrega y con vuestro trabajo: Gracias”, por lo que parece que el audiovisual estaría dedicado a dichos profesionales.

Antes de continuar, tal vez proceda explicar que a día de hoy hay unos 40.000 profesionales que trabajan en el sector de la sanidad que se encuentran contagiados o en cuarentena por la infección del coronavirus y que ya hay varias demandas judiciales interpuestas contra miembros del gobierno por la mala gestión efectuada en la adquisición y distribución de equipos de protección de dicho personal.

En cuanto a los rótulos superpuestos a las imágenes, son los siguientes:

«HACE 34 AÑOS EL SUEÑO DE LA SANIDAD UNIVERSAL SE HIZO REALIDAD EN ESPAÑA GRACIAS AL MINISTRO ERNEST LLUCH Y AL GOBIERNO SOCIALISTA. TODOS LOS ESPAÑOLES TODAS LAS ESPAÑOLAS EMPEZAMOS A DISFRUTAR EN IGUALDAD DEL DERECHO DE PROTECCIÓN A LA SALUD Y ASISTENCIA SANITARIA GRATUITA Y DE CALIDAD. HOY DURANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS HA QUEDADO MÁS CLARO QUE NUNCA LA IMPORTANCIA DE CONTAR CON UN SISTEMA SANITARIO QUE NO DEJE A NADIE ATRÁS. NO VOLVAMOS A DEJAR QUE NADIE LO PONGA EN RIESGO. DEFENDAMOS AHORA Y SIEMPRE NUESTRA SANIDAD PÚBLICA NUESTRO MAYOR ORGULLO.»

 

Afortunadamente disponemos de un libro (titulado Franco socialista) y de un amplio artículo del tema sanitario[i] (del pasado 22 de abril) del historiador Francisco Torres García, titulado Franco, la Seguridad Social, el sistema sanitario, la red hospitalaria y el Estado del Bienestar, que expone con todo lujo de detalles los datos históricos de la sanidad pública española en el siglo XX. Con razón, Francisco Torres termina su artículo del siguiente modo: “Mucho más se podría anotar, pero con lo dicho es suficiente para situar al lector ante la realidad frente al habitual oscurecimiento con que se aborda este tema.”

Agregar que poco después de publicado dicho artículo, el 25 de abril, el editor Álvaro Romero, sacó una nota[ii] en el mismo diario digital señalando el problema de los bulos.

Ahora bien, ¿Cuál fue el verdadero papel del Ministro de Sanidad socialista Ernest Lluch en relación con la Sanidad Universal y Gratuita?

No es difícil de averiguar, ya que en el preámbulo de la propia Ley General de Sanidad promulgada por el gobierno de Felipe González en el BOE del 25 de abril de 1986 y que, con algunas modificaciones, parece que sigue vigente en la actualidad, se deduce cuál fue la aportación de dicho ministro.

En el preámbulo de dicha ley se reconoce textualmente lo siguiente:

«El Seguro Obligatorio de Enfermedad, desde su creación [en el año 1942, mediante Ley de 14 de diciembre] y su posterior reestructuración mediante el Decreto 2065/1974, de 30 de mayo -por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, en el que se cristaliza el actual sistema de Seguridad Social- hasta hoy, ha ido asumiendo mayor número de patologías dentro de su cuadro de prestaciones y, al mismo tiempo, ha sido un sistema que ha ido progresivamente incluyendo mayor número de personas y colectivos dentro de su esquema de Seguro Sanitario. En la actualidad este sistema sanitario de Seguridad Social está muy evolucionado, siendo gestor autónomo de una estructura sanitaria extendida por todo el territorio nacional, constituyendo la red sanitaria más importante de nuestro país.»

 

En el Capítulo III de la Constitución española de 1978, no creada por el PSOE sino por todos los partidos políticos, entonces relevantes, y aprobada en referendo de todos los españoles, el artículo 43 enuncia que:

«Artículo 43

  1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud.
  2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.
  3. Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio.»

 

Dicha ley reconoce el derecho a la protección de la salud sin restricciones de ningún tipo y, por tanto, universal.

Ahora bien, en el Artículo 148 del Capítulo tercero del texto constitucional, destinado a las comunidades autónomas, se autoriza a las mismas a asumir, entre otras, competencias en Sanidad e Higiene: «1. Las Comunidades Autónomas podrán asumir competencias en las siguientes materias: […] 21.ª Sanidad e higiene.».

Mientras, por otra parte, reserva al Estado «16.ª  Sanidad exterior. Bases y coordinación general de la sanidad. Legislación sobre productos farmacéuticos.».

Por lo tanto, a lo que se destina la Ley del 25 de abril de 1986 promulgada por el Gobierno de González del que era Ministro de Sanidad Ernest Lluch, es a organizar la descentralización de la sanidad en las diferentes comunidades autónomas y a especificar las bases y la coordinación general de la sanidad por parte del Estado.

Dicha ley parece que se denominó “Ley General de Sanidad” por su amplitud territorial que abarca a todos los territorios autonómicos y también a las competencias del Estado, pero no parece que tenga nada que ver con el carácter universal de la sanidad pública ya que este era previo y además, establecido en la Constitución.

Sin duda el trabajo legal efectuado por el ministerio gestionado por Ernest Lluch tuvo su importancia en términos organizativos y no serían achacables a él las dificultades generadas por la existencia de 17 comunidades autónomas con sus respectivos sistemas sanitarios para hacer frente de modo eficaz a la actual pandemia del coronavirus.

Otra cosa muy diferente es que se atribuya a dicho cometido, ni más ni menos que «EL SUEÑO DE LA SANIDAD UNIVERSAL SE HIZO REALIDAD EN ESPAÑA GRACIAS AL MINISTRO ERNEST LLUCH  Y AL GOBIERNO SOCIALISTA».

 

Dado que el documento audiovisual al que nos referimos está firmado por el PSOE y no tenemos noticia alguna de que dicho partido haya sacado alguna nota negando su autoría, hemos de entender que dicho partido, en cuanto a tal, ha producido un bulo de enorme gravedad que forma parte de su propaganda política.

Pero tampoco tenemos constancia de que alguno o algunos de los miembros o afiliados a dicho partido haya emitido o divulgado un comentario particular con el propósito de desmentirlo, lo cual implica la corresponsabilidad solidaria de todos ellos en la divulgación de propaganda falsa.

¿Por qué este caso es tan importante?

Por un lado, se puede considerar paradigmático de muchos de los quehaceres propagandísticos de dicho partido a lo largo de los 42 años de vigencia del actual régimen y que a menudo se sostienen en la denigración absoluta del régimen político inmediatamente anterior, los cuales incluyen la promulgación de leyes totalitarias referidas a la denominada Memoria Histórica.

La táctica sistemática de establecer un polo de contraste comparativo entre el socialismo del PSOE, juzgado como algo absolutamente bueno y cualquier otro polo ideológico, juzgado como absolutamente malo (dejando aparte al actual UP, su socio de coalición), con la finalidad de benignarse a sí mismo, cuando lo cierto es que se trata de un partido político con algunas luces y muchas sombras, conlleva la necesidad de falsificar múltiples aspectos y fases de la historia.

Ahora bien, esa táctica de lucha por el poder a base de engañar a buena parte de la población por medio de una enorme factoría de ficción, es nefasta para la salud de una sociedad, ya que va acumulando un enorme entramado de relatos falsos y, por lo tanto, irreales, cuyos productos se insertan en las creencias de la población deformando su propia identidad como nación y como sociedad, al tiempo que se le roba la posibilidad de adoptar sus decisiones políticas sabiendo a ciencia cierta quién es quién y qué tipo de opción política es cada una de las que se le ofrecen, lo cual distorsiona gravemente el funcionamiento de un sistema democrático.

En cuanto al funcionamiento del actual gobierno que tenemos en la crisis del coronavirus, creo que todos tenemos algo que aprender al respecto de los gobernantes que elegimos.

Muchas personas imputan al gobierno incapacidad, incompetencia, ineficacia y otros defectos similares relacionados con sus facultades intelectuales, pero son menos los que se atreven a cuestionar la supuesta benignidad de sus intenciones, sus fines o sus motivaciones.

Recuerdo que hace muchísimos años, siendo estudiante de psicología, acudió a la Facultad el autor americano de un nuevo test de inteligencia, el cual afirmaba que era más válido que el ya muy extendido Test de Weschler destinado a medir diferentes factores componentes de las capacidades intelectuales. Tras su presentación, tuvo la amabilidad de permitirnos a los alumnos que le hiciéramos preguntas. Al llegar mi turno, le pregunté si el test tenía en cuenta la mayor o menor motivación que tuviera la persona examinada y el consiguiente esfuerzo que empleara en dar un mayor o menor rendimiento en las pruebas.

Pensaba yo que asignar a una persona un cociente intelectual, fundado en una prueba de rendimiento, no era un asunto menor por sus posibles efectos sobre su identidad personal e incluso su autoestima, así que le pregunté, si el autor, allí presente, proponía algún medio para evaluar la actitud o la disposición de cada examinado para obtener su mejor rendimiento posible. Su respuesta fue que eso quedaba al arbitrio del propio examinador, lo cual, obviamente, no me dejó muy satisfecho.

Cualquier persona posee unas ciertas capacidades más o menos estables, si bien puesta ante una tarea, un problema o cualquier dificultad, su desempeño puede oscilar desde tener un nivel cero, nulo o absolutamente ineficaz, hasta el extremo contrario en el que dé de sí el máximo de sus capacidades. Por lo tanto, su desempeño dependerá de sus capacidades, pero en mayor medida si cabe, dependerá de la disposición o actitud que posea hacia la ejecución de la tarea en cuestión.

Esto se puede constatar en todos los ejemplos que queramos y especialmente en nosotros mismos. Hacer algo de mala gana, por muy capaz que alguien sea, bajará su eficacia a niveles que estarán muy por debajo del rendimiento que den personas menos capaces pero altamente motivadas.

La negligencia puede referirse a esa condición actitudinal por la que alguien hace algo mal pudiendo hacerlo bien.

Quienes llegan a ministros, a presidentes de gobierno o, en general, a altos cargos, no es que tengamos que suponerles determinadas capacidades, sino que, con toda seguridad las tienen, incluso cuando no sabiendo de algo tienen a su alcance preguntar a las personas que más sepan del asunto o delegar directamente en ellas las responsabilidades correspondientes.

Además con un presupuesto a su disposición de cuatrocientos o quinientos mil millones de euros, como tienen, más la capacidad de endeudar a la nación sin límite conocido, ¿cómo no van a poder contratar a los mejores profesionales en las materias que sean necesarias?

El gobierno de una nación no tiene posibilidad alguna de ser excusado legítimamente por ningún tipo de incapacidad cuando hace mal cualquier tipo de gestión.

Por lo tanto, parecen descartables las explicaciones de la mala gestión a causa de deficiencias estructurales de capacidad o competencia.

Se trata entonces de actitudes enlazadas con motivos que no se identifican con la buena gestión y el buen fin de la misma para el conjunto de la población.

En este caso, habría varias formas de no perseguir el bien que la población necesita para salir adelante.

Una primera categoría sería gestionando las acciones de gobierno con otros fines diferentes y causando daños colaterales con impacto negativo en la salud y la economía de la población, que se sumaría causalmente a los producidos por pandemia en sí. La segunda modalidad de prevaricación consistiría en perseguir réditos políticos futuros derivados del estado de indefensión en que quedaría buena parte de la población tras una gestión nefasta.

Ahora bien, ¿qué ocurre con la población que lo ha elegido? ¿Era capaz de elegir mejor o no lo era? Pero es que si no lo era, habría que suponer en ella una falta de capacidad estructural de índole estadística. Y si hubiera sido capaz de elegir mejor, ¿por qué eligió lo malo o lo peor?

Tal vez al respecto de sus votantes habría que hacer un análisis parecido al que he efectuado en relación con el gobierno.

Una primera posibilidad es suponer su incapacidad, que en este caso estaría referida a que la población no supiera distinguir entre buenas y malas personas para elegir a sus gobernantes.

La segunda opción es que haya votado engañada, verdaderamente engañada, sin haberse percatado de los engaños que otros muchos sí percibimos con total claridad siendo suscitados por sus líderes, tanto durante su gestión previa de gobierno como en campaña electoral.

La tercera posibilidad remite a que sus votantes no se hayan equivocado con aquello que elegían, sabiendo y creyendo que elegían lo peor para el resto de la población, al tiempo que consideraban lo mejor para ellos mismos.

Es de suponer, que entre la población que puso al peor gobierno posible al frente de la nación, habría de estos tres tipos de casos y seguramente, de más.

Si bien el tercero de los casos no parece tener remedio alguno de cara al futuro, dado que el odio injustificado no parece tener solución, y para salir de dudas, lo mejor sería pensar en algún modo de instruir a la población para que sepa distinguir entre buenas y malas personas, y entre discursos verdaderos y falsos, antes de dejar en sus manos elecciones tan trascendentales que pueden causar la muerte, la ruina, la tiranía, o cualquier otro mal sobre toda una nación.

La pésima gestión del gobierno que conlleva efectos calamitosos en muertes, sufrimiento y ruina económica está siendo acompañada paralelamente de una propaganda masiva, tan falsa como la que anteriormente he expuesto al respecto del papel del PSOE en la sanidad pública.

El gobierno parece dedicar mucho más de su tiempo de trabajo a las labores que requieren el funcionamiento de su factoría de ficción propagandística que a intentar gestionar esta crisis del mejor modo posible.

Ahora bien, una buena parte de esa propaganda va destinada a callar o denigrar a quienes critican su gestión. Se les acusa de producir bulos contra el gobierno, es decir, empleando la estrategia psicopática de invertir los roles del verdugo y la víctima.

El gobierno no para de exculparse a sí mismo acusando a otros de lo que el mismo ha hecho o hace mal o, en su caso, amparándose en supuestas similitudes con otros gobernantes a los que también les va mal.

Incluso antes de eso, trata de que pase lo más desapercibido posible todo eso que hace mal, eligiendo criterios de conteo que minimicen los verdaderos números de contagios, muertes y sufrimiento poblacional.

No reconoce lo que hace mal, ni los efectos terribles de eso que hace, y, además, no es culpa suya, y también, si se le dice que lo hace mal, el malo es quien se lo dice.

Se trata de una inversión radical de la realidad y, por lo tanto, se trata del funcionamiento característico de un ente anti-real cuya ansia, como en todos los casos, es el vicio del poder, para lo cual ha de protegerse del desprestigio con la finalidad de conservar ese mismo poder a toda costa.

Pero queda un tercer grupo poblacional a examen para completar el panorama sociológico, que es el de quienes no tenemos ninguna función de gobierno, ni hemos formado parte del grupo que lo puso, ni queremos que siga un minuto más al frente del poder ejecutivo del estado que ya ha empezado a erosionar al poder judicial.

La reflexión sobre las personas de este grupo me conduce directamente al nudo de la cuestión esencial de cuál sea la actitud correcta ante este problema. En mi opinión, no se debe dar consentimiento de ningún tipo a una entidad de esas características. Lejos de caer en la trampa de hacer unión alguna con ella, lo que requiere es una oposición completamente unida frente ella, sin concesiones de ningún tipo.

Nota.- El presente artículo se amplía con el siguiente artículo publicado:

RESPUESTA A UN COMENTARIO A «LO QUE PUEDE LLEGAR A ESCONDER LA PROPAGANDA»

[i] https://elcorreodeespana.com/historia/381491474/Franco-la-Seguridad-Social-el-sistema-sanitario-la-red-hospitalaria-y-el-Estado-del-Bienestar-Por-Francisco-Torres.html

[ii] https://elcorreodeespana.com/historia/631903623/El-PSOE-saca-un-video-en-el-que-se-apropia-de-la-creacion-de-la-Seguridad-Social.htm

 

13 Comments
  • concepcion garcia pascual on 29/04/2020

    como siempre:gracias por compartir tus opiniones
    me identifico totalmente con ese tercer grupo

  • Miguel C on 29/04/2020

    Tengo la suerte de contar con amistades por muchos países del mundo y de tener acceso a sus redes sociales. Además, leo la prensa internacional. Tanto en las redes como en los medios, observo un nivel muy bajo de crispación social en aquellos países si se compara con España, casi imperceptible, y no sólo hablo de la crisis del Covid-19, hablo de la cohesión social, de la convivencia en general, anteriores al virus… Me pregunto por qué, qué nos hace diferentes. Hablas de bondad y maldad. Ttras muchos años de paz, parece que nuestro país cae en picado, sin remedio… ¿Es ello atribuible a una acumulación de antirrealismo en nuestra querida España? ¿Hay otros intereses externos a nuestro país influyendo?

    • Carlos J. García on 02/05/2020

      Creo que España está siendo sometida a un presión sociopolítica extrema que va creciendo a lo largo del presente régimen, que se aceleró desde la llegada al poder de Zapatero, no se redujo con Rajoy y que, con el tandem Sánchez-Iglesias, ha alcanzado niveles revolucionarios. Posiblemente lo que ocurre en España es parte de un experimento o un ensayo prototípico del sistema que lo que los grandes poderes quieren llegar a imponer de modo general. Se está poniendo en marcha metodología marxista de invención y lucha de clases sociales para dividir la sociedad y debilitarla, junto a otros procedimientos como los del tipo de las revoluciones de los colores ensayados en el mundo islámico, etc., que no tienen nada de verdaderamente democrático. ¿Por qué con España? Los ensayos previos efectuados en América del Sur y en Centroamérica gestionados por el Foro de Sao Paulo de momento les han dado bastante buen resultado, aunque también algunos fracasos. Espero que logremos evitar el cataclismo si despertamos a tiempo.
      Gracias por tu comentario.

      • María Miquel Casares on 08/05/2020

        Hola Carlos. Todo esto que comentas me parece muy preocupante. Antes eran teorías «conspiranoicas» de las que no se podía hablar, ahora empiezan a circular por las redes con más fuerza.Y para colmo la ministra Montero dice que estamos entrando en el «Nuevo Orden Mundial» y Pedro Sanchez habla de la «Nueva Normalidad». Hay tal avalancha de informacion preocupante que empiezo a ver el riesgo de sentir el miedo y la indefensión que no me ha provocado el virus. Te agradezco,sobre todo ahora, este espacio de comunicación y defensa de la realidad.

        • Carlos J. García on 09/05/2020

          Hace ya muchos meses que expuse, en diversos artículos acerca de la mundialización, la nueva ideología única, los movimientos para suprimir los estados nacionales, etc. Se veía venir. La cuestión es que con la pandemia han encontrado el pretexto perfecto para acelerar sus planes. Ahora más que nunca hay que tomar conciencia de la pugna existente entre los globalistas y quienes defendemos los estados nacionales.
          Gracias a ti por hacer uso de este espacio de comunicación.

  • María Miquel Casares on 30/04/2020

    Hola Carlos. Para enlazar con el artículo anterior (El espíritu bélico en tiempos de paz) yo añadiría que podría existir una gran variedad en ese tercer grupo. Que ese espíritu pacifico culturalmente aprendido puede contribuir a que unos relativicen, otros prefieran ver una parte asumible de la amenaza… pero no todo, otros duden de lo que ven…en fin, que estamos listos…porque ese mismo Espíritu Pacífico que honra a una parte de la población española y del que debemos estar orgullosos… puede ser, al mismo tiempo, un obstáculo para detectar maldad y para esa oposición unida que planteas en este artículo.
    Gracias por tus artículos!
    Saludos

    • Carlos J. García on 02/05/2020

      Tienes razón. Ese tercer grupo es heterogéneo. En el artículo que sigue a éste verás un análisis interesante al respecto.
      Gracias a ti por tu comentario. Un saludo

  • Nacho on 01/05/2020

    Hola Carlos, muchas gracias!
    En mi opinión la ideología imperante en el mundo opera así:
    Se funda en una matriz buenista de protección del débil que es el cebo, del mismo modo que una planta carnívora utiliza las fragancias y sabores. La víctima se ve atraída para quedar después atrapada por la inoculación de un odio visceral a un ‘contrario’ revestido de todos los atributos de la maldad al que se hace responsable de todos los males. Ese odio nubla su juicio impidiéndole si quiera escuchar a ese supuesto «agente del mal» o a medios independientes, a la vez que los medios afines se afanan en construir una realidad consistente a esas ideas. La existencia de ese malo es esencial para sus intereses.
    Es como un agujero negro ideológico que perpetúa al simpatizante atrapado en unas consignas y fuentes fiables de información, construyendo así una masa de votos cautivos incapaz de juzgar la eficacia del ejercicio del poder por parte de sus líderes, o de siquiera escuchar otras ideas, que ya no son «otras ideas» sino ideas contrarias.
    El posmodernismo en mi opinión se estrena con una introducción de unas nuevas ideas en una masa de seguidores ya muy despersonalizada que tiende a creer cualquier cosa. Ideas que, fuera de ese agujero negro, son fácilmente desmontadas.
    Estas ideas (ideología de género, calentamiento, odios históricos, animalismos, ecologismos, etc), irrumpen sin permitir un debate sobre ellas y su carácter irracional abre nuevos e irreconciliables espacios de diferenciación con «el malo». Al malo tradicional, explotador de pobres obreros, egoísta y cruel, que apenas existe ya, se le identifica ahora también como defensor de lo considerado opuesto a esas nuevas ideas: machista, xenófobo, negacionista, cruel con la naturaleza y los animales: el malo perfecto. La validez de esas nuevas ideas, por tanto, no proviene de su análisis racional, sino por reacción al agente odiado que las cuestiona. Pero debido a su carácter irracional, el malo ya no puede ser la derecha, sino la Realidad misma.
    El militante ideológico, atrapado por odio al supuesto malo y al que día a día se le añaden nuevos motivos de odio, hace por fin de esa ideología (que ni entiende, ni analiza) un signo de Identidad. Y por tanto la defenderá a ultranza hasta el punto de calificar de fascista a quienes osen cuestionar cualquiera de esas creencias. No se dan cuenta, pero identifican fascismo, no con la derecha, sino con realidad. Su marcado escoramiento irracional ha hecho que en realidad, el verdadero malo, sea la realidad misma.

    A estas víctimas, en su mayoría buenas personas, se les ha robado el juicio, insisto, por un odio irracional que les aleja de la realidad al aceptar ya cualquier ocurrencia de sus líderes. Pensaba que este virus les pondría de nuevo en ella, pero salvo excepciones me equivocaba: sigue siendo ese malo ficticio quien es el responsable de todos los males, del propio virus también, y hasta de los males que sus líderes causan.

    Gracias por compartir tus reflexiones . Un abrazo

  • Frnacisco on 01/05/2020

    Me ha dado mucho que pensar este artículo y me ha enseñado mucho. Gracias

    • Carlos J. García on 02/05/2020

      Me alegro mucho pues en el fondo de lo que se trata es de pensar y descubrir todo lo posible de lo que existe y de sus causas. Gracias a ti.

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