Blog de Carlos J. García

Un mundo patético pero reversible

El pilar esencial del ser humano es el principio de la verdad. Sin ella el ser humano se destruye.

Cualquier tipo de operación que se haga contra la verdad es un ataque a la humanidad:

Cualquier redefinición de la verdad clásica, en términos que es la conformidad de las ideas con las cosas, es una rotura de las reglas fundamentales de la vida humana.

Nuestra cultura lleva siglos erosionando, deformando y destruyendo dicho principio. Todas o casi todas las corrientes filosófico-políticas emergentes en el mundo moderno han colaborado en el trayecto de dejar al ser humano a los pies de los caballos.

Ahora psicópatas y sociópatas viven a sus anchas, a todo gozar, una vez que han conseguido que al humano de a pie solo le importe lo que le dicen ellos que le debe importar.

Locke, Hume, Kant, Comte, Popper, etc., pusieron en marcha el dogma anti-real de que el hombre no puede saber la verdad, que no la puede conocer, que no puede acceder a la realidad, que la objetividad es una quimera, y que, por lo tanto, debemos prescindir de la verdad.

Pero lo que dicen que es imposible, es la verdad de verdad, por lo cual tenemos que adoptar otros criterios para redefinirla de un modo más “humano”, más “democrático”, más tolerante, más comprensivo, más dialogante, más posverdadero, más consensuado… Todo muy “razonable”.

La realidad ha cambiado a ser la realidad transformada por el hombre, ya que esta puede ser dominada mucho mejor que la realidad en sí.

La realidad ha sido privada de su existencia independiente con respecto al hombre. Se ha asimilado como una materia prima con la que el hombre puede hacer o decir lo que le interese, siempre bajo una actitud de dominación.

Por otra parte, si el conocimiento individual es imposible y lo que queda es una subjetividad irreal, en el ámbito social lo que queda es una intersubjetividad, una sociedad irreal constituida ella misma como realidad intersubjetiva que sirva como si de la realidad se tratara con respecto al individuo.

Dicha sustitución de realidad por sociedad ha calado hasta en la definición de qué es un delirio: una creencia que se aparte de las creencias comunes de la sociedad. Quien no crea lo que se cree o se aparte de las creencias que estén vigentes en un momento dado, delira y, por lo tanto, está loco.

El liberalismo filosófico, sobre todo en su acepción pragmática, y el marxismo, coinciden plenamente en la negación de la verdad verdadera. En el primer caso porque dicen que una creencia verdadera es la que es útil. En el segundo porque la redefinen de un modo similar aunque insólito:

«La verdad es la acción correcta, que es la que impulsa eficazmente el cambio revolucionario, que no es otra que la que coincide con el interés de la clase proletaria y, como ésta, está representada por el partido comunista, la verdad no es otra cosa que lo que decide dicho partido, el cual ostenta la legítima representación del «Pueblo”»[i] (p. 59)

Ahora bien, el marxismo ha triunfado en todo lo concerniente a una visión (alucinante) del hombre, mientras el liberalismo ha quedado, más bien, para el asunto de la economía de mercado. Es decir, toda nuestra cultura actual está impregnada de marxismo, (no como se suele decir “cultural” en referencia a la escuela de Francfort), sino del marxismo puro y duro, del que acabo de hablar, al que hay que agregar, también, como parte de su núcleo duro, una antropología materialista que destruye a la persona por otro flanco.

Así, en la democracia liberal mandan los más ricos y en la llamada democracia popular mandan los jefes del partido, aunque ya en plena actualidad, ambos poderes se han aliado para destruir al ser humano de forma conjunta y coordinada, constituyendo una nuda democracia.

Como ya expuse hace tiempo en otro artículo titulado Mi verdad, tu verdad, la verdad y la democracia tal como la entendemos son incompatibles, pero no lo digo yo, sino un fidedigno representante del progresismo: Gianni Vattimo. Según él, «la verdad es mala, sobre todo, porque es tiránica»[ii] Por lo tanto, la verdad es incompatible con esa intersubjetividad de la democracia.

Con tal aseveración, representativa del actual régimen, la historia humana ha pasado de creer que la verdad nos hace libres, a que, si hay verdad, no puede haber libertad.

Pero, ¿hay alguien que, en su sano juicio, pueda creer que el hombre puede ser libre prescindiendo de la verdad?

El hombre sin verdad no puede ser libre. Una democracia sin verdad es un régimen falso. Una guerra sin verdad solo puede ser sucia. Una educación sin verdad es corrupción…

Lo que ocurre es que la operación de arrebatar la verdad al ser humano equivale a destruirlo y, parece ser que, de eso, se trata.

Expuse en aquel artículo: «No sé si, quienes niegan el carácter real del principio de la verdad, han caído en la cuenta de que, sin tal principio, la idea misma de conocer algo o a alguien, se torna absurda; que cualquier posibilidad de comunicación entre un ser humano y aquello o aquellos que le  rodean, sería radicalmente imposible; que la propia ciencia sería incapaz de descubrimiento alguno; que entre los enunciados verdaderos y los falsos no habría diferencia alguna…, en fin, que la realidad y la vida se tornarían puras ficciones, y que cualquiera de nosotros viviría en la agónica duda acerca de su cordura y de la de los demás».

Ahora mismo, está en plena vigencia la destrucción de nuestra civilización, especialmente en España y mucha gente se pregunta cómo es que la población no reacciona.

El actual gobierno de la nación española miente, miente y vuelve a mentir, siempre. No hay forma de escuchar de él algo que sea verdadero o que se aproxime a serlo. Es obvio que lo hace para engañar a la población para que ésta le vote y todavía hay millones de españoles que lo hace y lo harán.

¿No será que se ha normalizado la falsedad debido a que ya ha calado en la población el desprecio a la verdad?

Hubo un tiempo en el que si se pillaba a un político mintiendo, era causa suficiente para retirarle de la política ipso facto, ahora, por el contrario, parece haber mucha gente que se ha sumado a la versión marxista y pragmática de la verdad: la verdad es lo que nos proporcione el poder.

Pero es que esto es exactamente la esencia de la psicopatía: su falsedad estructural. La verdad ha sido secuestrada por los psicópatas y sin ella nos tienen sin libertad.

De ahí que, bajo un régimen democrático, tal como ha sido entendido por el valor de lo intersubjetivo anti-objetivo, es decir, por el valor de un sistema que se apoya en la negación de la realidad, el mundo se torna patético.

¿Por qué no hacemos una democracia de verdad, fundada en la verdad y en el bien de la población, de tal forma que sean tales principios los que gobiernen y no sus contrarios?

La siguiente cita podrá inspirar a algunas personas para que lo consideren:

«Millán-Puelles estima que la razón recibe su fundamental impulso del interés por la verdad, interés que define como «el deseo, efectivamente diligente y solícito, de tener conocimientos verdaderos en la acepción de concordantes o conformes con los objetos a los que se refieren. […] la verdad es lo que más satisface a la inteligencia.»[iii]

 

 

 

[i] BARRIO MAESTRE, JOSÉ MARÍA; HOMO CAPAX VERITATIS en: IBÁÑEZ-MARTÍN, JOSÉ A. (COORDINADOR); Realidad e irrealidad. Estudios en homenaje al Profesor Millán-Puelles; RIALP; Madrid, 2001. (BARRIO MAESTRE, JOSÉ MARÍA; HOMO CAPAX VERITATIS)

[ii] VATTIMO, GIANNI ; Adiós a la verdad; trad. de María Teresa D´Meza; Editorial Gedisa, S.A., Barcelona, 2010

[iii] BARRIO MAESTRE, JOSÉ MARÍA; HOMO CAPAX VERITATIS (p. 56)

11 Comments
  • Francisco on 04/06/2022

    Mundo completamente patético con la realidad destruida y viviendo un mudo irreal creado por psicópatas y la ignorancia del ser humano; pero a qué te refieres cuando dices » reversible «.

    • Carlos J. García on 05/06/2022

      No se trata de cambiar miles de piezas diferentes para cambiarlo. Bastaría con cambiar una: Volver a implantar la verdad como principio transcendental
      sobre todo, en la política y el periodismo, pero eso solo es posible si la población lo exige. Por eso, depende de todos nosotros.
      Gracias por el comentario.

  • Nacho on 06/06/2022

    Hola Carlos,
    Estando de acuerdo completamente contigo quería hacer alguna matización.

    Yo creo que gran parte de la población no duda de que existe una realidad (y por tanto una verdad). Creo que el problema es su actitud hacia el conocimiento. Víctimas de un demencial sistema educativo, no son capaces de establecer vínculos entre el conocimiento y su propio bienestar (el gobierno de ellos mismos), por lo que se valora en general como “esfuerzo sin recompensa” con la excepción del destinado a ejercer un determinado rol social y ganarse su existencia. Así, el conocimiento es siempre valorado como “coste” en un análisis coste-beneficio.

    Esta actitud les hace caer en una extrema dependencia existencial de lo social, muy lejos de cualquier autogobierno, pensamiento crítico, etc, desarrollando como consecuencia una sensación de suma vulnerabilidad. El sistema de poder agrava esto último amedrentando cada vez más al individuo con multas, penas, coacciones, normas, inflación e impuestos además de a una exposición constante a peligros reales o inventados. En este estado, no es de extrañar que ante los gravísimos acontecimientos que vivimos en la actualidad, que exigen tranquilidad y un profundo análisis y estudio individual, se unan sin más a la doctrina oficial mundial difundida por los medios. Se evitan el “coste” de pensar y atenúan el profundo miedo en el que viven.

    Y es este último el que, además, les ancla a esta actitud casi “mágica” de aceptar creer algo de lo que desconocen todo. Si pretendes hacerles ver el error que cometen solo encontrarás rechazo pues les enfrentas a los miedos de los que quieren escapar y que esa actitud les causa.

    Creo que si solo entendieran eso todo tendría solucion.
    Enhorabuena una vez más y un abrazo.

    • Carlos J. García on 07/06/2022

      Hola Ignacio.

      Tu comentario es muy interesante y, por lo tanto, me extenderé un poco más en la respuesta. Iré poco a poco.

      ¿Duda o no duda la población al respecto de que existe una realidad?
      En mi opinión, hemos de suponer que aquello que creen, lo creen porque le atribuyen una existencia externa (fuera de la mente), pero me pregunto si en este y otros casos, eso que creen que existe fuera lo identifican o no, como algo real, es decir como realidad.
      ¿Les importaría mucho que eso existente en lo que creen, sea verdaderamente real?
      Un error importante, bastante generalizado, es identificar algo que existe como algo real. Existen las ficciones, las mentiras, las falsas apariencias, los disfraces, las obras de teatro, el cine, las televisiones, los informativos, lo que “dice la gente”, lo que está de actualidad, lo vigente…
      Si nos salimos del mundo humano, y nos fijamos solamente en la naturaleza, en la que hay muy poco o nada de algunas de esas irrealidades, no habría ningún problema en que identificaran la realidad con lo que existe. No es del todo exacto, pero tampoco es un error demasiado importante.
      En este ámbito, seguramente pocas personas habrán creído (con todo el modernismo empezando en Kant) que aquello que creen que existe está en duda, dado el escepticismo derivado de suponer que las cosas no se pueden conocer, solo sus apariencias. Es decir, todo sería objeto de opinión (doxa) y prácticamente nada, sería de conocimiento (episteme).
      Ahora bien, lo que dejó ese escepticismo fue una mayor inseguridad, y consiguiente duda, acerca de la solidez de lo que las personas creemos que es conocimiento.
      Por otro lado, no debemos sacar del ámbito de lo conocible todo cuanto se refiere al reino humano, al mundo humano en el que estamos casi siempre.
      Cuando decimos que conocemos a alguien, ¿realmente le conocemos? Cuantas veces la gente se enamora de otra persona fijándose solamente en sus apariencias externas. El problema es que se debería hacer al revés. Primero, conocer bien a la persona y, después, enamorarse de ella. El problema es que no se hace así casi nunca y, me temo, que cada vez menos. Imperan otros factores que se consideran mucho más importantes que la verdad.
      Las dos ideologías más potentes que imperan en nuestra cultura, parecen aferrarse al subjetivismo de Kant y compañía, para jugar con las opiniones y los saberes, según les interese (aunque solo fuera de refilón), lo cual va impregnando a la población general.
      Pero lo peor es que ya se ha institucionalizado el desprecio a la verdad y, por eso mismo, interesa mucho más lo que diga un político con poder, que el hecho de que sea verdad o no lo sea. La verdad ha sido redefinida por el poder en detrimento del ser, como aquello que da poder, o que es poderoso para algo, casi siempre para dominar. De eso van las ideologías, esos sistemas de creencias que ponen en liza, para conseguir sus fines.
      Por otra parte tienes mucha razón al afirmar que, conocer se considera un coste, dentro de relaciones enmarcadas en el mercantilismo. Pero, además, lo que impera en materia de bienestar o de felicidad es el hedonismo. Si algo no produce placer sin esfuerzo, se desecha. Y esto es muy grave, porque el ser humano sin conocimiento se desnaturaliza. Promoverlo, forma parte del fin que consiste en la reducción del grado de realización humana.
      Al mismo tiempo la fuerza individual o personal en todas estas materias, va disminuyendo, lo cual conlleva que las personas dependan cada vez más de lo social y cayendo en la trampa de las sociedades que determinan a las personas en vez de que ocurra lo contrario: que las personas formen sociedades que es lo natural. Actualmente la fuerza de una creencia es muchísimo mayor si cuenta con el respaldo del grueso de la sociedad. Y aún más, muy pocos son las que se atreven a creer algo contrario a lo que respalde la “opinión pública”.
      Ya no se existe sustantivamente, sino que se existe socialmente y, por esa debilidad en la que está cayendo el ser humano, cada vez más las personas necesitan ser objeto del pensamiento, la conciencia o la valoración ajena. No se sienten existir por sí mismas, de ahí su dependencia de todo lo social.
      Un último apunte. Que yo sepa, es la primera vez en la historia que el hombre se ha puesto masivamente por encima de la realidad. Aspira a “antropomorfizarla”, a someterla a él de todos los modos posibles, en vez de que lo que hasta ahora había ocurrido mejor o peor hecho, que consistía en que era el hombre el que trataba de realizarse.
      Con la verdad pasa algo parecido: se ponen demasiadas cosas por encima de ella.
      Al fin y al cabo, la realidad no es solo algo que debemos conocer, sino que, antes de eso, es el mundo en el que vivimos y para el que, especialmente, estamos hechos.

      Siento la extensión de la respuesta, pero tu comentario me ha parecido muy estimulante.
      Muchas gracias y un abrazo.

      • Nacho on 07/06/2022

        Después de haberte leído tanto, no creas que me importa que te extiendas lo que quieras. Es siempre un placer.

        Creo que el problema del que hablamos, se reduce a la disposición a conocer. Sin una buena disposición no hay defensa frente a los malos y la destrucción que llevan a cabo.
        Tú dices que esa disposición es muy baja porque se ha institucionalizado el desprecio a la verdad además de haberse debilitado la confianza individual en poder conocer. Si no tiene apenas importancia la verdad ¿qué sentido tiene conocer? Si sólo es verdad lo que aumenta el poder el único conocimiento que merece la pena (literalmente) adquirir es el que haga aumentar el poder.

        Yo sin embargo, pese a admitir que hay mucho de eso, creo que la baja disposición a conocer se debe sobre todo a esa ceguera de la que hablaba sobre vincular conocimiento y bienestar (libertad, autonomía). Creo firmemente que si las personas fueran conscientes de lo devastador que resulta para sus vidas (y las de los otros) creer cosas falsas, cambiaría radicalmente su actitud hacia el conocimiento y hacia la verdad como valor fundamental.
        Siendo pues muy importante lo que dices, yo centraría más el tiro hacia esta segunda visión.
        Hay importantes preguntas de cuya respuesta, ACERTADA, depende toda nuestra vida, libertad y tranquilidad. No hay inhibición ni delegación posible.
        Un abrazo y mil gracias por tu larga contestación.

        • Carlos J. García on 08/06/2022

          Sin duda. Creo que son varios los factores que inciden en el problema.
          Por otro lado, con tu aclaración entiendo mejor el enfoque coste-beneficio que mencionabas.
          La salud mental, la fuerza del yo, el afrontamiento de la maldad, etc., solo pueden mejorar por medio del conocimiento acertado. Pero no debemos olvidar que, todo esto, a su vez, depende del modelo antropológico que tenga una cultura. El enfoque actual es sobre todo materialista (de-mente) y bajo ese prejuicio impuesto por el positivismo, la gente no puede llegar a saber la importancia del conocimiento, especialmente el que se refiere al ser humano.
          Intercambio de ideas muy fructífero. Para esto ha de servir un blog.
          Muchas gracias a ti y un abrazo

  • concha garcia pascual on 11/06/2022

    gracias carlos por tus post
    son enriquecedores

  • Ignacio BM on 06/07/2022

    Es cierto, sí. Entristece y resulta desolador que lo único que se valore sea la apariencia, ahora llamada postureo. Sólo se valora que aquellas acciones que hagamos calen rápidamente en quien tenemos en frente. Da igual que lo que digas o hagas sea cierto, lo importante es que sea aparente y cale en el que está en frente. No importan que lo que estés enseñando o dando al que tienes en frente sea verdadero, sólo importa que esté dicho de una manera que haga tu mensaje creíble según la manera progre de entender la vida (una sonrisa, una expresión creíble, una apariencia total de seguridad, apariencia de empatía…).
    Toda esta falsedad nos está llevando a la ruina como civilización, y lo que me resulta más curioso es que mucha gente sabe que miente y proyecta su mentira hacia el otro. La mentira es improductiva, y lo único que resulta de ella es la ruina psicológica, y por ende la económica.
    Desde luego es buen ejemplo de el que comentas del gobierno de España, que miente continuamente, destruye todo lo que sea productivo y acaba con todo lo bueno de un país. A mi me parece impeorable.
    Se ha roto en esta generación la transmisión de la sabiduría adquirida durante generaciones, que se efectuaba desde hace milenios entre generaciones.
    Desde luego, esto o cambia, o nos vamos a la ruina en cuanta es especie. Por otro lado no queda otra que esta situación dé la vuelta, ya que a este paso la miseria que se está creando, nos hará imposible la vida. Da la impresión de que quieren convertir al hombre en un robot.
    Gracias por el artículo.

  • Lupo Rodríguez on 17/11/2022

    El éxito de la democracia se fundamentaría en que todos ( siempre que obtengan un número mínimo de diputados ) son ganadores y todos obtienen alguna cartera siguiendo el modelo helvético. Una democracia con perdedores no es
    demo-cracia sino oligarquía.

    • Carlos J. García on 17/11/2022

      Sin duda ese es uno de los factores más importantes pero la democracia es un régimen inestable.
      Ya dijo Platón que es el sistema que más riesgo tiene de convertirse en tiranía.
      Gracias por tu aportación.

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