Blog de Carlos J. García

La «religión de la Humanidad» para la abolición del hombre (I)

Muy poca gente sabe qué es el humanismo. A lo sumo, lo consideran sinónimo de humanitarismo, filantropía o altruismo. Muy pocos saben que el humanismo es la ideología política que está llevando a cabo transformaciones radicales de la mayor parte de la población mundial.

Es posible que haya diversas ideologías que se denominen igualmente como humanistas; que algunas ramas humanistas sean o se consideren filosóficas; que coincidan con la corriente que se erigió como Religión de la Humanidad en torno a la Revolución Francesa; o que, sencillamente, el humanismo vaya adoptando diversas caras a lo largo de su devenir histórico en función de las circunstancias políticas o sociales.

El presente artículo es una primera parte del tema, destinada a describir hechos, ideologías, filosofías y políticas, mientras sus consecuencias en diferentes campos, los análisis, críticas e interpretaciones deberán ser expuestos en otro artículo, dada la amplitud del tema de que trata.

Su historia es importante, pues puede mostrar las corrientes de ideas afluentes de las que se fue nutriendo, pero con serlo, aún lo es más su actual condición de ideología con aspiraciones de fabricar al nuevo hombre y, todavía más, el grado en el que impera efectivamente sobre todos nosotros en la actualidad y pretende hacerlo en el futuro.

La conexión ideológica que hay entre, la ideología de la Ilustración del siglo XVIII, la obra de Comte del siglo XIX, los manifiestos humanistas del XX y la Agenda 2030 del XXI, es muy fuerte.

Mucho se ha hablado de las guerras de religión ocurridas en Europa, especialmente en los siglos XVI y XVII, de las que la gran parte de ellas se dieron entre el catolicismo y los diversos protestantismos que siguieron a la egocéntrica rebelión de Enrique VIII contra la Iglesia de Roma.

No obstante, aquellas guerras no fueron propiamente de religión, sino que se dieron entre diversos políticos europeos, interesados en ampliar su poder, y los defensores del catolicismo, especialmente de la nación española.

La expresión «religión de la Humanidad» se viene utilizando desde, al menos, mediados del siglo XIX, un siglo plagado de una amplia diversidad de tendencias filosóficas[1], tras las graves crisis revolucionarias precedentes[2].

Dicha expresión sirve para designar la sustitución de las religiones tradicionales, basadas en la creencia en Dios, ¾y muy especialmente a la religión católica¾, por la creencia en la Humanidad.

De hecho, la mayor parte de las “filosofías” y de las ideologías occidentales, que se originaron a partir de las revoluciones protestantes, parecen tener como principal enemigo a batir a la religión católica y a todos quienes la practican.

Dicho de otro modo, los dos únicos modos de pensar y de creer, occidentales, a partir del siglo XVI fueron y siguen siendo, el catolicismo tradicional de los quince siglos precedentes a dichas rebeliones, y el anticatolicismo, este último presente en todos los campos y de las formas más diversas, como son, la Ilustración, la masonería, las ideologías políticas, las ciencias, la epistemología, la filosofía en general, etc.

El autor que, de forma más completa, expuso las bases de la nueva ideología anticatólica fue Augusto Comte (1798-1857), a la que denominó «religión de la Humanidad», más conocida como «positivismo» por su aplicación a las ciencias físicas y humanas.

Pero no se trataba meramente de una ideología combativa contra el catolicismo. Iba más lejos.  A su enorme teoría le dio la estructura de la religión católica, sustituyendo a Dios por la Humanidad, aprovechando, además, todo el pensamiento ilustrado hasta su culminación en la Revolución Francesa, especialmente con el factor del humanismo ateo. De hecho, Augusto Comte[i] hizo alusión directa a la revolución occidental[3] citando los autores más significativos de la Ilustración:

 

«… Los demoledores incompletos  como Voltaire y Rousseau, que creían poder derribar el altar conservando el trono, o recíprocamente, han caído para siempre, después de haber dominado, según su destino normal, las dos generaciones que prepararon y acabaron la explosión revolucionaria. Pero luego que la reconstrucción se ha puesto a la orden del día, la atención pública ha vuelto y vuelve cada vez más hacia la grande e inmortal escuela de Diderot y de Hume, que caracterizó realmente al siglo XVIII, enlazándole al precedente Fontenelle, y luego por Condorcet. Igualmente emancipados en religión y en política, estos poderosos pensadores tendían necesariamente hacia una reorganización total y directa, si bien su noción era entonces algo confusa. Todos se agrupan hoy en torno de la única doctrina que, fundando el porvenir en el pasado, afirma, en fin, las inquebrantables bases de la generación occidental. Me honro con descender inmediatamente de tal escuela, por mi precursor esencial, el eminente Condorcet.» (p. 123).

«Las cuatro grandes clases que componen el fondo de la sociedad moderna, debieron sufrir sucesivamente la radical oscilación y bamboleo que exigía primeramente su regeneración final. Comenzó en el último siglo por el elemento intelectual, promoviendo por fin una insurrección decisiva contra el conjunto del régimen teológico y militar. La explosión temporal que seguir debía, surgió bien pronto de una burguesía, que desde hacía largo tiempo aspiraba a reemplazar a la nobleza. Pero la resistencia europea de ésta no pudo dominarse sino llamando a los proletarios franceses en auxilio de sus nuevos jefes temporales. Introducido así en la gran lucha política, el proletariado occidental elevó irresistibles pretensiones sobre su justa incorporación al orden moderno, cuando la paz le permite una manifestación suficiente de su voluntad propia. De todos modos, este encadenamiento revolucionario no abraza aún el elemento más fundamental del verdadero régimen humano.» (p. 133)

 

Unas líneas más adelante, Comte cita a Francis Bacon y algunos otros partícipes de la ejecución del proyecto revolucionario. En estas líneas, Comte, no hace sino reconocer lo que postula a lo largo y ancho de su obra: hay una revolución en marcha, con una colección histórica de hitos y de personajes, cuyo fin es demoler completamente “el altar y “el trono”, es decir, la religión y la monarquía, como forma de gobierno.

El humanismo moderno sostiene que, la sustituta “natural” de la religión y de la  filosofía, es la ciencia moderna. El propio Comte hizo famosa su ley de los tres estadios en la que sintetiza toda la evolución de la humanidad. Según él, los tres estadios que caracterizan la marcha de la humanidad hacia su perfeccionamiento son: 1) Teológico o ficticio (fetichista, politeísta, monoteísta), 2) Metafísico o abstracto y, 3) Científico o positivo.

Obviamente tales estadios son sustitutivos, no acumulativos y, por lo tanto, lo que debe sustituir a la religión y a la metafísica es la ciencia experimental, consolidándose como la única actividad válida para formar las creencias del ser humano una vez alcanzada su cima evolutiva.

Por otro lado, tampoco se debe olvidar la importancia que tiene en dicha ideología humanista el materialismo científico naturalista.

Y concluye Comte:

«Así completada y purificada, la revolución occidental tenderá firme y sistemáticamente hacia su pacífica terminación, bajo la dirección general de los verdaderos servidores de la Humanidad. La impulsión orgánica y progresiva, descartará doquiera a los retrógrados y a los anarquistas, tratando toda prolongación del estado teológico o del estado metafísico como una enfermedad cerebral que incapacita para gobernar.» (p. 134)

 

Augusto Comte elaboró un amplio tratado acerca de la religión de la Humanidad bajo el título «La filosofía positiva»[ii], si bien, dicho título podría sustituirse por el más descriptivo «La religión positivista».

La trascendencia de la obra de Comte, no solo ha llegado a conformar una rama preponderante de la epistemología contemporánea que ha perjudicado muy seriamente a las ciencias humanas sino que, además, ha tenido una importante influencia en la política.

La mayor parte de la actualidad en el plano político y en gran medida del devenir social están acuñadas, programadas y establecidas por el humanismo, al menos, si nos atenemos a los diferentes manifiestos emitidos bajo dicha denominación por medio de sus agencias internacionales de los años 1933, 1973 y 2000, junto a algún otro de menor calado.

En el programa humanista de 1933, que puede consultarse en internet (al igual que los otros dos), se aprecia su inclinación a constituirse en la religión humanista.

Los autores se presentan como quienes están forjando una nueva filosofía utilizando la materia prima del mundo moderno, dados los cambios sociales, científicos y económicos que han fracturado las viejas creencias, siendo tal filosofía el humanismo.

Afirman que la palabra religión se ha identificado con doctrinas y métodos que han perdido su significado, por lo que la situación actual requiere un nuevo planteamiento de los propósitos y métodos de una nueva religión.

 

A expensas de que el documento que he obtenido de internet[iii] y su traducción al español, sean fidedignos, en dicho documento se afirma lo siguiente:

 

  • Los humanistas religiosos consideran que el universo existe por sí mismo y que no fue creado.
  • El hombre es una parte de la naturaleza y ha surgido como resultado de un proceso continuo.
  • El dualismo tradicional mente y cuerpo debe ser rechazado y tener un punto de vista orgánico de la vida.
  • La civilización y la cultura religiosa son producto de un desarrollo gradual provocado por la interacción con su medio natural y con su herencia social.
  • La naturaleza del universo planteada por la ciencia moderna hace inaceptable cualquier garantía cósmica o sobrenatural de los valores humanos. […] La religión debe formular sus planes y expectativas a la luz del método y el espíritu científico.
  • Ya pasó el tiempo para el teísmo, el deísmo, modernismo y las muchas variedades del “nuevo pensamiento”.
  • La distinción entre lo sagrado y lo seglar ya no puede mantenerse.
  • El objeto de la vida del hombre es la plena realización de la personalidad humana y busca su desarrollo y satisfacción aquí y ahora.
  • La oración y el culto son sustituidos en el humanismo por la expresión de sus emociones religiosas de un sentido elevado de la vida personal y un esfuerzo cooperativo para el bienestar social.
  • No habrá emociones o actitudes religiosas únicas de las que se asocian con la creencia en lo sobrenatural.
  • El humanismo tomará la ruta de la higiene mental y social y se opondrá a las esperanzas sentimentales, irreales y al anhelo por espejismos.
  • La religión debe trabajar por el disfrute de la vida por lo que hay que alimentar la creatividad y aumentar las satisfacciones de la vida.
  • Todas las asociaciones e instituciones existen para la satisfacción de la vida humana. La evaluación, transformación, control y dirección inteligentes de tales asociaciones e instituciones desde una perspectiva de mejoramiento de las vida humana es el propósito y el programa del humanismo. Las instituciones religiosas deben reconstituirse rápidamente para funcionar en el mundo moderno.
  • Un orden económico cooperativo y socializado tiene que establecerse para una distribución equitativa de los medios de subsistencia. Los humanistas exigen una vida compartida en un mundo compartido.
  • El humanismo afirmará la vida antes que negarla, buscará aprovechar las posibilidades de la vida, no escapar de ellas y se dedicará a establecer las condiciones de una vida satisfactoria para todos. El hombre se hace consciente que sólo él es responsable de la consecución del mundo de sus sueños, que él tiene en su interior el poder para lograrlo.

 

Es obvio que este enfoque trata de mantener una estructura de creencias de tipo religioso con la salvedad de que la nueva religión propuesta es atea.

 

El programa que se plantea en el Manifiesto humanista II, (1973) afirma fundarse en el desarrollo tecnológico ocurrido en los 40 años transcurridos desde el Manifiesto I y la necesidad de afrontar una serie de peligros como, por ejemplo, daños ecológicos, sobrepoblación, desastres nucleares, etc. Además subraya la diferencia entre las ideologías que simplemente rechazan el teísmo (científico, marxista, ético…) y el humanismo.

Afirman sostener un conjunto de principios comunes que pueden servir para diseñar una sociedad secular a escala planetaria.

Sin pretender hacer una transcripción literal del documento hallado en internet ni citarlo en toda su amplitud, encontramos los siguientes puntos que pueden servir para hacerse una idea del mismo:

 

Religión.-

 

  • Se declaran no teístas, no desean redefinir las religiones tradicionales y afirman la necesidad de nuevos propósitos y metas radicalmente humanos.
  • La ciencia moderna desacredita conceptos históricos como la separación de alma y cuerpo. La ciencia afirma que la especie humana emergió de las fuerzas evolutivas naturales. El total de la personalidad es una función del organismo biológico que se desarrolla en un contexto socio-cultural. Los humanos necesitan metas económicas y políticas, pero también valores creativos para vivir.
  • Los valores morales se derivan de la experiencia. La ética es autónoma y circunstancial.
  • El uso prudente de los métodos científicos, que han transformado las ciencias sociales y naturales desde el Renacimiento, tienen que extenderse todavía más en la solución de los problemas humanos. Pero la razón debe ser moderada con la humildad.

 

El individuo.-

 

  • La dignidad y lo sublime de la persona individual es un valor central del humanismo.
  • El derecho al control de la natalidad, al aborto y al divorcio deben ser reconocidos. A los individuos se les debe permitir expresar sus inclinaciones sexuales y llevar sus estilos de vida como les plazca si no dañan a otros o les provocan a dañarse. La educación moral para niños y adultos es una forma importante para desarrollar la conciencia y la madurez sexual.

 

Sociedad democrática.-

 

  • Para mejorar e incrementar la libertad y la dignidad el individuo tiene que experimentar una amplia gama de libertades civiles en todas las sociedades. Esto incluye la libertad de expresión y prensa, la democracia política, el derecho legal de oposición a las políticas gubernamentales, al debido proceso, a la libertad religiosa, la libertad de asociación y la libertad artística, científica y cultural. También incluye el derecho a morir con dignidad, a la eutanasia y al suicidio. Protegeremos, extenderemos e implementaremos los principios de la libertad humana que emanan de la Carta Magna, La Declaración de Derechos (Bill of Rights) La Declaración de Derechos del Hombre y la Declaración Universal de Derechos Humanos.
  • Estamos dedicados al logro de una sociedad abierta y democrática. Debemos extender la democracia participativa en su verdadero significado a la economía, la escuela, la familia, el lugar de trabajo, y a las asociaciones voluntarias.
  • La separación de Iglesia y Estado y la separación de Ideología y Estado son imperativas.
  • Las sociedades tendrían que evaluar los sistemas económicos a través no de la retórica o la ideología sino a través de si incrementan o no el bienestar económico para todos los individuos y grupos, minimizan la pobreza y aumentan la calidad de vida.
  • El principio de igualdad moral exige la eliminación de toda discriminación basada en la raza, religión, sexo, edad o nacionalidad. La sociedad tendría que proveer lo medios para satisfacer las necesidades económicas, culturales y de salud básicas, incluyendo la garantización de un ingreso anual mínimo. Nos preocupa el bienestar de los ancianos, los enfermos, los minusválidos, y también los desamparados, los niños mentalmente retardados, abandonados o víctimas del abuso, los discapacitados, los prisioneros y adictos, por todos aquellos que han sido descuidados o ignorados por la sociedad. Todos tienen derecho a la educación universalizada. Formas innovadoras y experimentales de educación deben ser bienvenidas. Deploramos los antagonismos raciales, religiosos, étnicos o de clase social. Criticamos el sexismo o el chauvinismo sexual, masculino o femenino.

 

La Comunidad Mundial.-

 

  • Deploramos la división de la humanidad con base en nacionalismos. La mejor opción es ir más allá de los límites de la soberanía nacional hacia la construcción de una comunidad mundial en la cual todos los sectores de la familia humana puedan participar. Por lo tanto buscamos el desarrollo de un sistema jurídico y un orden mundial basado en un gobierno transnacional federal. Afirmamos nuestro compromiso con la construcción de una comunidad mundial, y al mismo tiempo reconocemos que sin duda esto nos obligará a realizar algunas elecciones difíciles.
  • Esta Comunidad mundial tendrá que renunciar a los recursos de la violencia y el uso de la fuerza como métodos para resolver los conflictos internacionales y adoptar soluciones pacíficas a través de las cortes internacionales y mediante el desarrollo de las artes de la negociación y el acuerdo.
  • El daño ecológico, el agotamiento de los recursos y el excesivo crecimiento de la población deben ser eliminados por el consenso internacional.
  • La pobreza mundial debe cesar por lo que la diferencia desproporcionada en la riqueza, el ingreso y el crecimiento económico deben reducirse a nivel mundial.
  • La tecnología es un elemento vital para el desarrollo y el progreso humano. Resistiremos cualquier movimiento que busque censurar la investigación científica basándose en consideraciones morales, políticas o sociales.
  • Debemos expandir las comunicaciones y los medios de transporte más allá de los límites territoriales. Las restricciones para el viaje deben acabarse. El mundo debe estar abierto a puntos de vista políticos, ideológicos y morales de diversa naturaleza y se debe desarrollar un sistema de radio y televisión mundial para la información y la educación.

 

La Humanidad como un todo

 

Las diferencias ideológicas destructivas entre el comunismo, el capitalismo, el socialismo, el conservadurismo, el liberalismo y el radicalismo deben ser superadas. Busquemos el fin del odio y el terror.

El compromiso con la tolerancia, el entendimiento y la negociación pacífica  no implica sumisión con el status quo ni la extinción de fuerzas dinámicas y revolucionarias. La verdadera revolución está ocurriendo y puede continuar en incontables ajustes pacíficos.

 

La mayor extensión del Manifiesto Humanista III (2.000) con respecto a los dos anteriores no permite hacer una exposición pormenorizada del mismo en el presente artículo por razón de espacio.

Se presenta como un nuevo llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario, y en su preámbulo afirma que: El humanismo es una perspectiva ética, científica y filosófica que ha cambiado el mundo. El humanismo y el modernismo aparecen como sinónimos con mucha frecuencia, porque las ideas y valores humanistas expresan precisamente la renovada confianza en el poder de los seres humanos para resolver sus propios problemas y conquistar fronteras inexploradas. / El humanismo moderno eclosionó durante el Renacimiento. Contribuyó al desarrollo de la ciencia moderna. Durante la Ilustración hizo germinar nuevos ideales de justicia social e inspiró las revoluciones democráticas de nuestro tiempo.

Se muestran especialmente preocupados por: las tendencias anticientíficas y anti-modernas que incluyen la emergencia de estridentes voces fundamentalistas y la persistencia del fanatismo y la intolerancia, sea de origen religioso, político o tribal. En muchas partes del mundo son las mismas fuerzas las que se oponen a los esfuerzos para resolver los problemas sociales o mejorar la condición humana. / Muchos grupos religiosos y políticos se oponen: a la contracepción o a los fondos para programas destinados a reducir la fertilidad o a estabilizar el crecimiento de la población, y a la liberación de la mujer y desean que continúen sometidas al varón.

En dicho Manifiesto se insiste en varios de los aspectos tratados en los dos anteriores, aunque se pone más énfasis en el naturalismo científico y los beneficios de la tecnología:

 

El único mensaje del humanismo sobre la escena mundial actual es su compromiso con el naturalismo científico. La mayor parte de las visiones del mundo aceptadas aún hoy son de carácter espiritual, místico o teológico.

El naturalismo científico capacita a los seres humanos para construir una visión coherente del mundo, superadora de viejas herencias metafísicas y teológicas, y fundamentada sobre las ciencias./

Aun cuando la naturaleza sea básicamente en sus raíces de índole física y química, los procesos y objetos se manifiestan por sí mismos a muchos niveles distintos de observación: partículas subatómicas, átomos y moléculas; genes y células; organismo, flores, plantas y animales; percepción psicológica y conocimiento; instituciones sociales y culturales; planetas, estrellas y galaxias. Esto autoriza explicaciones contextuales, extraídas a partir de campos de investigación naturales, biológicos, sociales y conductuales. Todo ello no niega la necesidad de apreciar las diversas expresiones morales y culturales de la experiencia humana.

El naturalismo sostiene que la evidencia científica para las interpretaciones espirituales de la realidad y para la postulación de causas ocultas es insuficiente. Ni la cosmología moderna ordinaria, ni el proceso de evolución proporcionan evidencia suficiente acerca de designios inteligentes, que es un salto de fe más allá de la evidencia empírica.

La tecnología es un elemento vital para el desarrollo y el progreso humano. Resistiremos cualquier movimiento que busque censurar la investigación científica basándose en consideraciones morales, políticas o sociales.

 

En materia de ética se afirma, entre otras cosas:

Las piedras fundamentales de la conducta moral son las «decencias morales comunes»; es decir, las virtudes morales generales que son ampliamente compartidas por los miembros de la especie humana pertenecientes a las más diversas culturas y religiones: Debemos decir la verdad, cumplir las promesas, ser honestos, sinceros, hacer el bien, ser fiables y confiar, dar muestras de fidelidad, aprecio y gratitud; ser bien pensados, justos y tolerantes; debemos negociar las diferencias razonablemente e intentar ser cooperativos; no debemos herir o injuriar; ni tampoco hacer daño o atemorizar a otras personas. Pese a que los humanistas han hecho llamamientos contra los códigos puritanos represivos, con el mismo énfasis han defendido la responsabilidad moral.

 

Un compromiso universal con la Humanidad en su conjunto.-

 

La perentoria necesidad de una comunidad mundial emerge hoy para desarrollar un nuevo Humanismo Planetario –que es aquel que pretende no solo preservar los derechos humanos y mejorar la libertad y la dignidad humanas, sino que subraya además nuestro compromiso con la humanidad tomada en conjunto.

 

En materia de derechos y responsabilidades se afirma lo siguiente: Para llevar a cabo nuestro compromiso con el Humanismo Planetario, proponemos «Una Carta Planetaria de Derechos y Responsabilidades». Aunque el libre mercado sea una máquina dinámica del crecimiento económico y el desarrollo, no es infalible y puede requerir correctivos y suplementos por parte de políticas públicas comprometidas con un bien social más amplio. Los medios adoptados para realizar lo principios de esta Carta serán sacados en su mayor parte y primariamente del sector privado, pero el sector público tiene también un importante papel que jugar. Se producirá sin duda una tremenda oposición política a estas propuestas, pero desearíamos establecerlas al menos como fines a largo plazo, incluso aunque ellas puedan parecer en la actualidad difíciles de llevar a cabo en ciertas partes del mundo.

 

Entre tales propuestas, encontramos, por ejemplo: Todos los individuos deberían tener el derecho de elegir libremente a su pareja, si desea tenerla, así como el número y la periodicidad de los hijos que quiera tener. Aunque la guía moral paterna sea vital, los padres no deberían imponer simplemente su propia visión religiosa o sus valores morales a sus hijos, ni tratarán de indoctrinarlos. Los niños, los adolescentes y adultos jóvenes deberían estar expuestos a distintos puntos de vista y ser incitados vigorosamente a pensar por sí mismos. Los puntos de vista, incluso de los niños pequeños, deben ser respetados.

 

Otros ejemplos referidos a derechos y responsabilidades: Los individuos no deberían ser discriminados negativamente  a causa de su raza, origen étnico, nacionalidad, cultura, casta, clase, creencias, género u orientación sexual. Necesitamos desarrollar una nueva forma de identidad humana –la de ser miembros de una comunidad planetaria. Esta identidad debe tener prioridad sobre todas las demás identificaciones  y servir como base para erradicar la discriminación. Los odios raciales, nacionales o étnicos son inmorales. El derecho a creer y a practicar la religión de cada cual debe ser respetado. La libertad equivalente a no practicar religión alguna debería garantizarse a los renegados religiosos, a los agnósticos y a los ateos, cuyos puntos de vista son dignos de un no menor respeto. La discriminación por razón de género no debería estar permitida. Las mujeres tienen derecho a ser tratadas igual que los varones. La discriminación en las oportunidades de trabajo, en educación o en actividades culturales es insoportable. La sociedad tampoco debería negar iguales derechos a los homosexuales, bisexuales, así como a los travestidos y transexuales.

Las mujeres deberían tener derecho a controlar sus propios cuerpos. Esto incluye la libertad reproductiva, la contracepción voluntaria y el aborto.

Las parejas deberían disponer de información apropiada para planificar la familia y la capacidad de hacer uso por sí mismos de la inseminación artificial y la consultoría biogenética…

 

Dicho Manifiesto se completa con un apartado destinado a exponer La necesidad de nuevas instituciones planetarias, en el que afirma lo siguiente:

 

La cuestión urgente en el siglo XXI es si la humanidad puede desarrollar instituciones globales para enfrentar estos problemas. Muchos de los mejores remedios se han adoptado a nivel local, nacional y regional gracias a los esfuerzos voluntarios, tanto privados como públicos. En un caso la estrategia es buscar soluciones a través de las iniciativas del libre mercado; en el otro se trata de usar fundaciones y organizaciones internacionales de voluntarios para el desarrollo educacional y social. Sin embargo, nosotros creemos que todavía faltan por crear nuevas instituciones globales que sean capaces de enfrentarse con los problemas directamente y concentrarse sobre las necesidades de la humanidad como un todo.

 

El cambio más fundamental sería acrecentar la efectividad de las Naciones Unidas transformándola de una asamblea de estados soberanos en una asamblea de pueblos. Si vamos a resolver nuestros problemas globales, las naciones estados deberán transferir algo de su soberanía a un sistema de autoridad transnacional. Fracasar a la hora de hacerlo así tendría el riesgo de encerrar el mundo en un conflicto entre estados soberanos cuyo interés primario sería su propia soberanía.

 

  • Primero, el mundo necesita establecer en algún momento futuro un Parlamento Mundial efectivo –y elecciones para constituirlo basadas en la población- que represente a la gente y no a los gobiernos. La idea de un Parlamento Mundial es similar a la evolución del Parlamento Europeo que se halla todavía en su infancia.
  • Segundo, el mundo necesita un sistema de seguridad efectivo para resolver los conflictos que amenazan la paz. Necesitamos reformar la Carta de las Naciones Unidas para conseguir este fin. El mundo necesita una fuerza policial efectiva para proteger a las regiones del mundo de los conflictos y para negociar el establecimiento de la paz.
  • Tercero, debemos desarrollar una Corte Mundial de Justicia y un Tribunal Penal internacional con suficiente poder para hacer cumplir las leyes.
  • Cuarto, el mundo necesita una agencia planetaria para monitorizar el medio ambiente en el nivel transnacional.
  • Quinto, recomendamos un sistema mundial de impuestos en orden a asistir a los sectores subdesarrollados de la familia humana y para satisfacer las necesidades sociales que no queden cubiertas por las fuerzas del mercado. Las vitales agencias actualmente existentes de Naciones Unidas deberían ser financiadas con los fondos así obtenidos. Esto incluye la UNESCO, la UNICEF, la OMS, el Banco Mundial, el FMI y otras organizaciones.
  • Sexto, el desarrollo de instituciones globales debería incluir algún procedimiento para la regulación de corporaciones multinacionales y monopolios estatales. Debemos fortalecer las economías de mercado, pero no podemos ignorar las necesidades planetarias de la humanidad como un todo…

 

Teniendo en cuenta que el último de los citados manifiestos es del año 2000 y que han transcurrido más de dos décadas desde el mismo, muchos de los puntos que se plantean en él y en los dos anteriores ya han sido materializados, pero otros están por venir.

Me pregunto cuántas personas de las que se encuentran perplejas en la actualidad ante lo que ocurre en nuestras sociedades, en los Parlamentos, en los grandes medios de comunicación, etc., no necesitarían disponer del programa político completo que agrupara estos tres manifiestos, para saber a qué atenerse y poder salir de su perplejidad.

Hay mucha paradojas y contradicciones concernientes a los contenidos de estos tres documentos, pero, tal vez, la mayor de ellas consista en la promoción que se hace —en el segundo de ellos— de los regímenes políticos democráticos, mientras, por otro lado, el propio programa político del humanismo nunca se ha sometido a la consideración ni a la votación de las poblaciones sobre las que se está materializando.

Debemos señalar que esta revolución, que se autodenomina humanista, parece coincidir (o ser muy próxima) con aquella a la que se refirió Augusto Comte y con la que muchas personas identifican con el ideario de la masonería globalista.

Además, para la implantación de su doctrina en la población, no duda en recurrir a procurar su sumisión, disciplinando las voluntades, y comenzando por la propaganda para instalar una formidable opinión pública mediante su organización de jefes temporales.[iv]

[1] Algunas de ellas y varios de sus representantes son: Eclecticismo (Cousin), Socialismo utópico (Saint-Simon), Positivismo social (Comte), Positivismo utilitarista (John Stuart Mill), Evolucionismo biológico (Darwin), Materialismo científico-natural (Buchner), Socialismo científico (Marx), etc.,

[2] Como la Revolución inglesa de 1642 a 1688 con la decapitación de Carlos I, la república de Cromwell y el derrocamiento del rey católico Jacobo II en Inglaterra; la declaración de independencia de las colonias británicas en América seguida de la guerra de 1775-1783; y especialmente la Revolución Francesa de 1789-1799.

 

[3] p. 134 de la edición de su opúsculo «Catecismo positivista o Sumaria exposición de la religión universal en trece diálogos entre una mujer y un sacerdote de la humanidad»

[i] COMTE, AUGUSTO; La filosofía positiva; 8ª ed.; ed. de Francisco Larroyo; EDITORIAL PORRÚA, S.A., DE C.V.-4; México, D.F., 2000 (COMTE, FP)

[ii] COMTE, FP

[iii] https://es.wikipedia.org/wiki/Manifiesto_Humanista

[iv] Se recomienda la lectura de: HENRI DE LUBAC; El drama del humanismo ateo; prólogo a la edición española  Valentí Puig; trad. Carlos Castro Cubells; Ediciones Encuntro; Madrid, 2012

Deja un comentario