Blog de Carlos J. García

España no es de este mundo

Ya somos muchos los españoles que nos preguntamos por qué sostenemos actitudes fundadas en la leyenda negra que elaboraron y elaboran nuestros enemigos exteriores e, incluso, por qué son tantos los españoles que operan, como enemigos  de España o que respaldan a políticos manifiestamente anti-españoles, como es el caso del actual dictador que parece disfrutar dañando a la nación y a gran parte de la población.

Psicológicamente, esta extraña y extendida actitud, se puede plantear como un grave problema de autoestima inscrito en una mentalidad que se resiste a poder ser explicada de un modo convincente.

Yo mismo he elaborado diversas hipótesis al respecto de las que, al revisarlas, ninguna me han parecido acertada del todo.

No obstante, recientemente se ha publicado una entrada en el Español Digital que contiene tres artículos de Ramiro de Maeztu[i], el primero de los cuales se titula El humanismo español en la Historia que, a mi parecer, puede aportar la luz necesaria para examinar dicho problema en profundidad.

Entre otras ideas muy valiosas Ramiro de Maeztu dice lo siguiente:

 

«Los españoles no nos hemos creído nunca pueblo superior. Nuestro ideal ha sido siempre trascendente a nosotros. Lo que hemos creído superior es nuestro credo en la igualdad esencial de los hombres. Desconfiados de los hombres, seguros del credo, por eso fuimos también siempre institucionalistas. […] El poderío supremo que España poseía en aquella época (la de Felipe II) se dedica a una causa universal, sin que los españoles se crean por ello un pueblo superior o elegido, como Israel o como el Islam, aunque sabían perfectamente  que estaban peleando las batallas de Dios. Es característica  esta ausencia de nacionalismo religioso en España. Nunca hemos tratado de separar la Iglesia española de la universal. […] Lo que importa es que cada uno cumpla con su función  en el convencimiento de que Dios le mira.

Es posible que los padecimientos de España se deban, en buena parte, a haberse ocupado demasiado de los demás pueblos y demasiado poco de sí misma. Ello revelaría que ha cometido, por omisión, el error de olvidarse de que también ella forma parte el todo y que lo absoluto no consiste en prescindir de la tierra para ir al cielo, sino en juntar los dos, para reinar en la creación y gozar del cielo.» (Paréntesis propio)

 

Sintetizando, España católica se mueve por obediencia a Dios, se olvida de sí misma, cree en la igualdad esencial de todos los hombres, y sirve a una causa universal peleando las batallas de Dios.

De ahí que, la mentalidad de los españoles católicos, está exenta de autoestima pues no se atribuye a sí misma, ni el valor de su existencia, ni el valor de servir a Dios. Solo cumple con su deber espiritual, definido absolutamente por dar al resto de la Humanidad, lo que ella misma tiene que es su fe católica. Y, para ello, no le hace falta autoestima, sino su determinación de servir al buen fin universal ordenado por Dios.

 

Contrasta esta mentalidad radical con la de sus sempiternos enemigos que bien conocemos.

En particular, si nos fijamos en Inglaterra, especialmente en la mentalidad del puritanismo calvinista, también exportado a los EEUU nos encontramos con una autoestima infinita, soberbia estructural[ii], nacionalismo salvaje, colonialista, esclavista, agresiva, belicista, narcisista, materialista, que cree tener derecho a todo y ningún deber que no dependa del beneficio que le aporte, etc.

Bajo esa mentalidad, todo anglo parte desde su niñez con una identidad personal de superioridad y narcisismo despreciativo hacia otros pueblos, por el mero hecho de ser inglés.

Esa mentalidad ha convertido a la anglosfera en dominadora de amplias zonas del mundo, utilizando todo tipo de malas artes, como es el caso del empleo de la leyenda negra contra España, a la que tomó como enemiga estructural por su idiosincrasia, su Imperio católico y sus enormes virtudes que, en el fondo, pareció envidiar.

En cuanto a la cuestión de la falta de autoestima española, que fue innecesaria en la España católica debido a su profunda religiosidad, es obvio que la población no dio mayor importancia a la leyenda negra durante siglos, ni siquiera en el régimen surgido de la guerra civil.

Las alteraciones debidas al problema de la falta de autoestima se inician, precisamente, cuando España ha dejado de ser católica, lo cual es lógico. Si ya no sirve a Dios, ni tiene éxito dominador debido al poder material, como pueda tener lo anglo, su capacidad para existir en un mundo tan competitivo como el actual, pone a la población en un estado de inferioridad psicológica por la falta de principios, de creencias sólidas y de una moral personal deficitaria, a falta de las habilidades que constituyen las malas artes con las que opera el poder.

En lo que se refiere al régimen político de la democracia de partidos, se ha puesto de manifiesto en estas cuatro décadas que la población española no sabe elegir sus líderes, ni tiene iniciativas ni fuerza para oponerse a los desmanes de estos, por más daño que le estén haciendo, tanto a la población como a la nación.

Si definimos la autoestima como la capacidad existencial que una persona siente tener, su privación inhibe la lucha de la persona por su propia existencia, lo cual hace posible que la población se someta al poder sin rechistar y, lo que es peor, sin rebelarse para tomar en justicia la soberanía de su destino, lo cual es constitucional pero incompatible con una población que parece despreciarse a sí misma.

[i] https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com/la-hispanidad-y-la-raza/

[ii] Como mínimo todo Señor inglés siempre tiene a uno o más subordinados, uno o más inferiores sin los cuales él no sería un superior.

Deja un comentario