Blog de Carlos J. García

¿Acaso no hay nada real dentro de la mente humana?

¿Podría haber comunicación entre un ser humano y el entorno si no hubiera algo en común, compartido por el emisor y el receptor de la misma?

El ser humano está abierto a recibir información procedente del entorno, y, también, a emitir información, no solo verbal, sino mediante una amplia variedad de comportamientos.

Imaginemos que en el entorno solo hubiera materia de la que no pudiéramos extraer información alguna. En tal caso, el conocimiento sería imposible, igual que la recepción exterior de la información que emitiéramos nosotros.

Al margen de los procesos de intercambio de elementos de índole biológica, aquello que podemos compartir con lo que hay en el exterior a nosotros mismos, es, necesariamente, de naturaleza formal.

Si detectamos algo en el exterior, lo hacemos formalmente. No podemos introducir en nosotros los objetos materiales que conocemos. Solo podemos aprehender la información que nos ofrecen.

Por lo tanto, los procesos de comunicación entre el ser humano y el entorno son de naturaleza formal.

Por un lado, somos capaces de procesar información procedente del entorno, y, por otro, hay seres en nuestro entorno, que son capaces de procesar la información que emitimos nosotros. Lo que tenemos en común con ellos es, necesariamente, de índole formal.

Cuando se dice que la realidad es lo que existe fuera de la mente humana, se afirman dos cosas: 1) La realidad está fuera de la mente humana, y 2) En la mente humana no hay realidad.

Ahora bien, ¿cómo podría haber comunicación entre un ser humano y su entorno, si en él no hubiera realidad alguna, pero en el entorno sí la hubiera?

La extendida identificación de la realidad con lo que existe, parece refutar toda posibilidad de que cuanto haya dentro la mente humana, que, en principio no cuenta con una existencia efectiva y material en el mundo, pueda ser real.

En un artículo anterior publicado en este mismo blog, titulado ¿Acaso es real todo cuanto hay fuera de la mente humana?,  he expuesto que no todo lo que existe fuera de la mente humana es real.

Esta tesis se funda, sobre todo, en que hay multitud de existentes, que son producidos por el propio hombre, que puede imprimir un carácter real, irreal o anti-real a su producción.

De todos los objetos que existen en el mundo, aquellos que sean irreales o anti-reales, solo pueden ser puestos en él por el hombre, aunque éste, obviamente, también puede producirlos, y los produce, de índole real.

Ahora bien, dado que el hombre es capaz de producir esos tres tipos de objetos mediante el uso de sus facultades, la cuestión es, ¿qué puede haber en él, que le determine a producir unos u otros?

Como hemos visto en algunos artículos precedentes de este mismo blog, la sustantividad de un ser humano, compuesta de creencias de ser y de deber ser, suele ser la causa principal de los fines de sus diferentes actividades de relación.

Tales creencias pueden contener significados reales, irreales o anti-reales, y, en la medida en que se materialicen en su comportamiento, éste interaccionará con los seres y cosas del entorno, dando lugar a hechos que conllevarán tales significados, y, obviamente, la materialización de los mismos.

Visto así, la pregunta es, si los significados contenidos en las creencias albergadas en el sistema de referencia interno, que trascienden a los estados de cosas del mundo, mediante la producción de acciones orientadas a determinados fines, contienen, ellos mismos, el carácter real, irreal o anti-real observable en sus consecuencias materiales.

Por ejemplo, si una persona le comunica a otra un enunciado falso con la intención de engañarla, y lo consigue, toda la actividad de la persona engañada, que dependa de tal creencia, se verá afectada y podrá considerarse de tipo irreal.

Ahora bien, eso no podría ser así, si previamente el engañador no hubiera producido, tanto el engaño, como el fin del mismo, de un modo estrictamente formal, y, por lo tanto, mental.

En este caso, tendríamos un conjunto de ideas irreales, que no son creídas por quien las produce, y una actitud de engañar, que estará presidida por creencias irreales o anti-reales.

En un segundo momento, la comunicación del enunciado falso, ya se encuentra presente, como un existe más, en el mundo.

Además, en un tercer momento, encontramos un estado mental de la persona engañada, que solo es mental mientras aún no ha dado lugar a acciones, pero que pasa a convertirse en algo irreal, existente de forma material en el mundo, en cuanto las efectúe.

Dicho en otros términos, lo real, lo irreal y lo anti-real, se pueden encontrar, tanto dentro de la mente humana, como fuera de ella.

Ni la realidad se debe confundir con aquello que existe fuera de la mente, ni lo que haya dentro de la mente carece de realidad, por el mero hecho de estar en ella.

Para juzgar algo, como real o como no real, resulta irrelevante el lugar o el momento en el que esté. No depende de sus coordenadas espaciotemporales, sino de propiedades o características propias de aquello de que se trate.

Algo es real cuando verifica los principios reales de razón y las propiedades trascendentales que afectan a la coexistencia. De lo contrario, no lo es.

En el mundo que conocemos se dan todas estas posibilidades, debido, principalmente, a que también se dan dentro del propio ser humano.

1 Comment
  • Elena on 26/10/2015

    En la lectura de tu obra voy anotando definiciones que me van aclarando conceptos básicos.
    En una de esas definiciones la realidad se considera que es «algo en sí que puede existir por sí».
    El considerar la existencia por sí como una característica de lo real me redujo muchísimo el campo de cosas que me parecían reales, tanto que pensé que a lo mejor ese «por sí» no le había entendido bien.
    Todo lo que es, ¿necesariamente ha de ser por sí?

Deja un comentario