Blog de Carlos J. García

¿Acaso es real todo cuanto hay fuera de la mente humana?

Si miramos a nuestro alrededor podemos ver diferentes tipos de objetos que pueden clasificarse en tres grupos: 1) Lo natural que no ha sido modificado por el hombre. 2) Lo que ha dejado de ser natural por haber sido modificado por el hombre. 3) La producción humana de información que ha sido puesta en soportes materiales.

Pongamos unos ejemplos de estos tres tipos de objetos: 1) Algunos bosques, algunas especies animales, las estrellas,…2) Producciones agrícolas y ganaderas, especies transgénicas, los trastornos producidos por explosiones nucleares… 3) Conversaciones, mensajes, libros, periódicos, revistas, emisiones audiovisuales, etc.

Es obvio que queda muy poca naturaleza que no haya sido modificada por el hombre en nuestro entorno próximo, pero la que queda sigue conservando sus propiedades reales.

Respecto al segundo grupo de objetos, todas las modificaciones efectuadas, sean las que sean, antes de haberse producido, han sido ideas generadas por la mente humana.

En cuanto al tercer grupo de objetos, se trata de objetos formales, no materiales, aun cuando existan sobre soportes materiales. Es decir, se trata de ideas producidas por el hombre que se han comunicado, o se están comunicando, mediante algún medio físico, destinadas a ser recibidas por diversos receptores.

Ahora bien, dentro de este tercer grupo de objetos, los hay que ya han producido efectos sobre los receptores que los han recibido. En tal sentido, el propio ser humano puede considerarse, en buena medida, un tipo de objeto híbrido del segundo grupo de los expuestos, es decir, algo, inicialmente natural, modificado mediante ideas generadas dentro de la propia especie.

Tales modificaciones, culturales, educativas, revolucionarias, etc., pueden tomar muy diferentes caminos y producir una amplia variedad de efectos sobre las personas y las generaciones en las que recaen.

De todas ellas, las hay que resultan compatibles con la propia naturaleza de especie y las hay que no lo son. En este sentido, lo que ha dejado de ser natural por modificaciones efectuadas por el propio hombre, puede seguir siendo congruente con lo natural o resultar antinatural.

En tal sentido, el grupo segundo al que nos hemos referido, podría subdividirse en dos: a) Aquellas modificaciones humanas efectuadas sobre el propio hombre, o sobre cualquier otro ámbito natural, que son congruentes con su naturaleza original, y b) Aquellas que no lo son.

Ahora, preguntémonos si podemos considerar reales el conjunto de existentes clasificados en este último grupo, o si se pueden considerar de tal modo las ideas previas que participaron en su producción. Pongamos algunos ejemplos a modo ilustrativo.

Cuando tales modificaciones humanas consisten en la introducción de cambios en la naturaleza, en general, que destruyen especies o rompen los ecosistemas, tal proceder va contra la orientación fundamental básica de la realidad consistente en que haya algo en vez de nada.

Por otro lado, cuando las intervenciones humanas causan daño a la propia estructura entitativa de cualquier otro ser humano, dañando su identidad, su sustantividad o generándole conflictos que le hagan imposible ser él mismo o efectuar su propia existencia, tampoco podrían considerarse intervenciones reales.

Además, los efectos que causan en los seres humanos sobre los que recaen tales formas de violencia, conllevan defectos de verificación de propiedades reales, tales como los principios de razón. Tales condiciones no pueden considerarse reales.

Por otro lado, las ideas previas que dan lugar a todos esos tipos de condiciones, e, incluso, las que gestan los modos de acción que las producen, caracterizados por aspectos como la violencia, el engaño, la mentira, etc., cuando se materializan, o cuando se hacen existir por medio de soportes materiales, se ponen en el mundo como objetos que tampoco verifican los requisitos mínimos para que podamos considerarlas reales.

Por ejemplo, ¿en qué sentido podríamos afirmar que un enunciado falso, que escuchamos o que leemos, es real? ¿Acaso es igual de real un enunciado verdadero que uno falso?

Desde el momento en que nuestra especie genera todo tipo de cambios en la naturaleza, llena el mundo de existentes que no son producidos, necesariamente, desde la realidad o dentro de la realidad, y, aquellos que no lo son, caerán dentro de categorías diferentes, tales como lo irreal o lo anti-real.

Por otro lado, tal vez mucha gente no se dé cuenta de que, identificar la realidad con aquello que existe fuera de la mente humana, y, como no real, aquello que no existe fuera de ella, genera una diversidad de dificultades añadidas.

Si eso fuera así, no podría haber historia alguna que fuera real, pues todo lo histórico es pasado y, por tanto, ya no existe. Si algo, por el mero hecho de haber dejado de existir, se juzgara que no es real, en ningún caso podríamos dilucidar si, por ejemplo, Sócrates, es una invención de la mente humana o existió realmente.

La realidad no se debe identificar con lo que existe, ya que ni todo lo que existe es real, ni todo lo real existe.

Por último, es necesario preguntarse lo siguiente: si solo fuera real todo o parte de lo que hay fuera de la mente humana, ¿acaso nada de cuanto haya en la mente humana puede ser real?

De ser así, todos nosotros estaríamos regidos por algo tan extraño que resultaría imposible cualquier relación con algo que exista en nuestro entorno.

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