Blog de Carlos J. García

¿Sociedad o realidad?

Algo es real cuando verifica un conjunto de propiedades, y, no lo es, cuando incumple una o más de ellas.

La realidad, sustantivamente considerada, es el conjunto de principios que confieren dicho carácter real a algo existente.

En este mismo blog hice referencia a tales propiedades en el artículo titulado ¿Qué es la realidad?

La relación entre una persona y la realidad no es directa. De hecho se encuentra intermediada por las creencias que conformen los presupuestos de su percepción de las cosas.

Dichas creencias que hacen el papel de  intermediación, a su vez, se encuentran fuertemente influenciadas, cuando no, determinadas, por el contexto social y familiar en el que la persona las elabora.

De ahí que podamos decir que, entre la persona y la realidad, se encuentra la sociedad, y, dentro de esta, la familia en la que la persona se forma.

La sociedad, por su parte, posee unas hechuras culturales ―históricas o actuales― que pueden considerarse como constructos formales, o como creencias propiamente dichas, que, en última instancia, conforman los factores decisivos que operan en la intermediación entre la persona y la realidad.

Por lo tanto, para entender la relación que pueda haber entre una persona y la realidad, es necesario fijarse en las relaciones que establece la sociedad con una persona integrada en ella, y con la realidad en cuanto a tal, por un lado, mientras por otro, habrá que atender a las relaciones que establece dicha persona con la sociedad y, también, con la realidad.

Se trata de un triángulo extremadamente rico de relaciones, que pueden ser de lo más diverso, del que saldrá una resultante constitutiva del carácter, más o menos real de una persona.

Dada la gran amplitud del asunto, en el presente artículo me ceñiré a un primer factor social que puede gravitar de manera muy intensa sobre las personas. Se trata de que la propia sociedad niegue la realidad en cuanto a tal, y pase a sustituirla, por ella misma, en toda su extensión. Es decir, sentar la base de que la única cosa a la que se refiere el término realidad es a la propia sociedad.

La mención que acabo de hacer de tal operación, puede parecer algo imposible o una gran exageración, aunque creo que no es, ni una cosa, ni la otra.

Pondré un primer ejemplo ilustrativo. El psiquiatra existencialista Karl Jaspers [i] afirmó que una persona delira cuando se aparta de lo que la sociedad cree, no cuando sus creencias se apartan de la realidad:

«El extravío de los sanos es extravío común. La convicción tiene sus raíces en eso, en lo que todos creen. La corrección no se produce por razones, sino por transformación de la época. El extravío delirante de individuos es el apartamiento de lo que todos creen (de lo que “se” cree);» (p. 121)

Resulta curioso que dicho extravío individual, de tipo delirante, lo achaca a una alteración de la personalidad, lo cual es cierto, pero no se plantea la posibilidad de la producción social de dicha alteración, dando por hecho que se trata de una enfermedad de naturaleza endógena.

De esto se puede deducir que, si en una población “se cree” algo, de modo general, por muy disparatado, falso, destructivo o infundado que sea, no se puede decir que tal población delire, pero, no se puede decir, por el simple hecho de que tal creencia es sostenida por el conjunto de la población, no porque esa creencia tenga fundamento real.

Cualquier creencia que tenga un individuo en una sociedad, será delirante, si no la creen los demás, pero todos aquellos que tenga dicha creencia, por muy disparatada que sea, no deliran.

En este enfoque, que, dicho sea de paso, se sigue sosteniendo de forma mayoritaria por la psiquiatría contemporánea, la posible conexión de una creencia con la realidad propiamente dicha, resulta psiquiátricamente irrelevante: no se delira cuando la persona se aparta de la realidad, sino cuando se aparta de la sociedad.

Esta definición de delirio, acuñada por Jaspers (1883-1969), es prácticamente idéntica a la que podemos encontrar en libros actuales de psiquiatría, como, por ejemplo, el de J. Vallejo y otros Introducción a la psicopatología y psiquiatría [ii]:

«Cuando alguien se aparta progresivamente de las ideas propias del lugar, momento y situación ―sin que sea posible convencerle de su error―, vulgarmente se le considera como persona que ha perdido el juicio; se dice que esta persona delira (salir del surco)» (p. 209)

Así, creer lo que creen todos los demás, no implica alteración alguna de la personalidad, sino todo lo contrario, pero creer algo diferente se considera patológico. Moraleja 1: Galileo deliraba, aunque tuviera la verdad de su lado. Moraleja 2: Einstein deliraba por no creer en la teoría de Newton. Moraleja n: Todo aquel que avance en el conocimiento de algo, delira hasta que todos los demás le crean…

Ahora bien, volviendo al hilo del presente artículo, lo que hay que subrayar es la precisa eliminación que se hace en dicho enfoque, de la noción de realidad, como sujeto de referencia, al que remitir la validez de las creencias humanas.

Si nos fijamos bien en el papel que juega la sociedad, en la relación que puedan tener Galileo, Einstein y otros muchos descubridores, con la realidad, hay que decir que no parece facilitarles la tarea de representarla correctamente, sino todo lo contrario.

No obstante, en otros casos, la sociedad puede acercar la realidad a las personas, transmitiendo diversas verdades, pero todo depende de qué tipo de sociedad se trate.

De lo que podemos estar seguros es de que una sociedad que niegue el carácter real de la realidad, es decir, que la niegue (sosteniendo que «realidad» no significa nada) no parece tener muchas posibilidades de transmitirla a ninguno de sus integrantes.

En tal sentido, una vez que la realidad, o la noción de realidad, se hayan perdido de vista, como cuando desde un buque se pierde de vista el puerto del que salió, el ser humano quedará a la deriva, a expensas de lo que su pensamiento y sus creencias, desarraigados de la realidad, pudieran aportarle, lo cual, si se piensa bien, se quedaría en nada.

En ese caso, ¿de qué valdrá que todos, al unísono, creamos cualquier ocurrencia absurda, a pesar de que el psiquiatra de a bordo nos expida un certificado favorable de nuestra salud mental?

En definitiva, ni el individuo, ni la sociedad, pueden considerase sustantividades absolutas, que estén por encima de todo, sino que lo humano, sea individual o colectivo, sin realidad, se convierte en nada.

El trabajo conjunto que han de hacer, la persona y la sociedad, consiste en descubrir la realidad en todo lo posible, incluyendo todos aquellos principios que la definen, para ir dejándose configurar por ellos y permitir que todo cuanto hagan se sujete a ellos.

Negar la realidad y erigirse en dioses para operar sobre los propios hombres, es propio de las formas más abyectas del poder.

[i] JASPERS, KARL; Psicopatología general; trad. De Roberto O. Saubidet y Diego A. Santillán; Rev. Técnica Héctor Pérez-Rincón; Fondo de Cultura Económica, S.A., México, 1993

[ii]  VALLEJO, J., BULBENA, A., GRAU, A., POCH, J., y SERRALLONGA, J. ; Introducción a la psicopatología y psiquiatría; Biblioteca médica de bolsillo; Salvat Editores S. A. Barcelona, 1980

5 Comments
  • luis miguel on 19/03/2016

    Es posible que haya más de una realidad. Se me ocurren tres a bote pronto, una realidad psicológica, la que cada uno capta; otra filosófica, la que manejamos normalmente; y otra física, que jamás conoceremos, ya que cuando percibimos nuestro alrededor ya ha transcurrido cierto tiempo y vemos lo que fue, no lo que es.

    Desde luego somos animales gregarios y si nos salimos de la manada, somos ovejas descarriadas. En las muchedumbres la opinión individual es la de todos. Y si te sales acabas siendo un heterodoxo con ciertos problemas.

    También creo que la misión de la sociedad y de la persona es buscar esa realidad. Yo siempre he creído que hay dos cosas en la vida que están, no para encontrarlas, sino para buscarlas siempre, que son: la libertad y la felicidad, pues bien, ahora puedo añadir también la realidad.

    • Carlos J. García on 19/03/2016

      Tu reflexión es muy interesante.
      En relación con las tres posibles realidades que mencionas, te daré mi opinión:
      1) La realidad psicológica que cada uno capta, que en principio podría considerarse pura subjetividad, e, incluso, que está condicionada por el grado de madurez que se haya adquirido según la edad de desarrollo, tiene dos posibles sentidos. El primero, la noción de realidad vinculada casi automáticamente con el fundamento de las propias creencias. Casi todo el mundo cree que aquello que cree es real. Este sería un primer significado del término. Luego, está el acto perceptivo que es producto de la interacción de nuestras propias creencias con los datos que nos ofrecen los órganos sensoriales.
      2) La realidad filosófica. Entiendo que te refieres a aquella que buscamos incesantemente y que poco a poco vamos descubriendo. Al final se trata de un modelo formal que trata de representar y explicar, en congruencia con todos los datos que obtenemos del mundo y de nosotros mismos, aquello que ha existido, que existe y cuanto tenga la posibilidad de existir. Implica una investigación, no solo de lo que existe, sino, también, de las causas de su existencia. Quienes dispongan de un buen modelo de realidad, como sistema de referencia informativo interno, tendrán más próximas entre sí, la que antes hemos denominado realidad psicológica, y esta que hemos denominado filosófica. De hecho la subjetividad de la realidad psicológica, puede contener más o menos realidad propiamente dicha, por lo que no todo lo subjetivo es mera entelequia.
      3) En cuanto a la realidad que denominas física, entiendo que se trata de la naturaleza, de las leyes naturales, etc. Por mi parte creo que forma parte de la realidad que hemos denominado filosófica, si bien, no ocupa todo el campo que abarca esta.
      En lo que creo que hay un error generalizado es en identificar la realidad con lo que existe. Imagina que alguien dispone de unas creencias delirantes como “realidad psicológica” y que todo cuanto hace o pone en el mundo, es producto de tales delirios. No podríamos decir que eso que hace existir sea real. Pero no es real, tanto si está en su mente como si lo pone fuera de su mente. El carácter real, o no, de algo, tiene cierta independencia de si existe o no existe. Sócrates ya no existe, pero no es una mera ficción. Existió realmente y , el hecho de que haya dejado de existir no lo convierte en una simple fantasía. Pero, por ejemplo, si se hace existir el pato Donald, eso no significa que el pato Donald sea algo real, ya que no dispone de la propiedad de ser algo en sí mismo o de suyo.
      Por eso, cuando dices que la realidad física no se puede conocer porque cuando se ve algo ya es pasado, creo que ese hecho solo limita el conocimiento de lo que existe de forma simultánea a su ocurrencia, pero no el conocimiento de aquello de que se trate, sea o no sea real.
      En consecuencia, en mi opinión solo hay una única realidad que debemos buscar, no solo en el sentido de conocerla, sino, además, tratando de entenderla para atisbar cómo es posible que algo exista y, desde luego, para no destruirla.
      Gracias por tus aportaciones.

  • Ignacio Benito Martínez on 20/03/2016

    Por un lado esta sociedad presume de ser muy abierta y un lugar donde se da manga ancha a los diferentes tipos de pensamiento y expresión del ser humano. Pero por otro tenemos que ceñirnos al comportamiento social aceptado, y si no, estamos locos. No sé yo si esto no podría considerarse una contradicción…
    Para conocer la realidad, tenemos que saber qué y cómo es el mundo que nos rodea. Para que no veamos o comprendamos aquello que nos rodea, la única solución posible es que creamos ideas diferentes o falsas acerca de lo que hay en el mundo. Tengo muchas dudas de que la educación, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, colabore a conocer el mundo tal y como es.

    • Carlos J. García on 20/03/2016

      Creo que no hay ningún tipo de contradicción entre causar algo y presumir, falsamente, de que se promueve lo contrario. Es una estrategia común del anti-realismo. En cuanto a lo que dices acerca de la necesidad de conocer el mundo para conocer la realidad, hasta cierto punto estoy de acuerdo, si bien no todos los datos que nos vienen del mundo lo son de la realidad, ya que, como en el caso de la hipocresía antes comentada, siempre hay que saber si los datos que recibimos son ciertos o falsos. Además, la realidad no solo puede estar en el mundo, sino, también, dentro de nosotros mismos.

      Trataré de comentar más adelante el asunto de las contradicciones y los conflictos. Gracias por tu aportación.

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