Blog de Carlos J. García

¿Qué pueden hacer nuestros políticos?

No se trata de que la actual campaña electoral haya coincidido en el mes de diciembre, siendo las elecciones generales el día veinte, ni que cuatro días después se presente Papá Noel en bastantes casas.

Las promesas acerca de lo que los políticos de cada partido van a hacer, en caso de que salgan elegidos, ocupan buena parte de los tiempos de discursos, entrevistas y debates. Ocurre en todas las campañas electorales con independencia de las fechas en que se efectúen.

Dicen que van a hacer muchísimas cosas, por supuesto, todas supuestamente buenas, pero ni siquiera se plantea la cuestión previa de qué pueden hacer y qué, no.

¿Acaso son libres para hacer lo que ellos mismos o sus partidos consideren que deben o quieren hacer?

Muy rara vez, se escucha a un político hablar acerca de las enormes limitaciones que estrechan el campo de lo que puede llegar a hacer hoy en día. Una excepción es la que se puede verificar en una entrevista que le hizo Juan José Millás a José Múgica el 20/4/2014, siendo todavía presidente de Uruguay.

Dicho presidente, que ronda los ochenta años de edad afirma en un momento de dicha entrevista: « (…) En los países grandes hay núcleos económicos que pesan sobre los Gobiernos con un poder del diablo (…)».

Dicha expresión debe de tener mucho de verdad cuando, el propio presidente Obama, a la vista de los abominables asesinatos múltiples que se cometen en su país con alta frecuencia, no puede hacer nada para eliminar los millones de armas de fuego que circulan entre toda la población. Como se sabe, la Segunda Enmienda de la Constitución de EEUU garantiza a sus ciudadanos el derecho a tener o portar armas de fuego.

Otro ejemplo, de las limitaciones debidas a otras causas diferentes, ha venido dada estruendosamente por el tándem formado por Yanis Barufakis y Alexis Tsipras, este último, todavía al frente del gobierno griego, y cabeza del nuevo partido que tuvo que inventar, la Coalición de la Izquierda Radical.

Tras las negociaciones con la Comunidad Económica Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, la supuesta soberanía de Grecia, y, por lo tanto, del Gobierno de Grecia, quedó puesta de manifiesto en el punto exacto en el que se encuentra. Las promesas con las que Tsipras ganó las elecciones en las que se puso al frente del Gobierno griego, en la práctica, quedaron puestas del revés.

Una pregunta interesante se refiere a si Tsipras conocía, o no, sus propias limitaciones para modificar las condiciones de la economía griega, cuando hizo su campaña electoral.

Nuestros políticos se encuentran bajo fuertes limitaciones, no solo económicas y legales, sino, también, ideológicas y de otros tipos.

En este último campo, creo que tampoco se pueden salir gran cosa de un cierto guión que les viene dado desde instancias que, es de suponer, están por encima de ellos.

Su margen de maniobra es escaso y, por lo tanto, cuando escuchamos discursos muy discrepantes en relación con sus programas electorales, lo mínimo que debemos pensar es que exageran.

No sería mala idea que las campañas electorales sirvieran al efecto de que pudiéramos escuchar en algunas ocasiones, qué es lo que no pueden hacer, en vez de oír que es lo que van a hacer, como si de verdad dispusieran de libre albedrío.

Ahora bien, más allá de eso, como se tiene por costumbre no hablar de lo que de verdad subyace a tantos y tantos asuntos de la vida, ni de los presupuestos que están por encima de las propias acciones, ni de a qué o a quién obedece cada cual, nos queda la extraña impresión de que son personas totalmente libres, con la capacidad y la disposición de dar satisfacción a los votantes.

El mundo, tal como va quedando estructurado después de la Segunda Guerra Mundial, cada vez va estrechando más el cerco, tanto sobre las naciones, como sobre las personas, y, como decía José Múgica, « (…) En los países grandes hay núcleos económicos que pesan sobre los Gobiernos con un poder del diablo (…)».

De hecho, hay bastantes incertidumbres que podrían resolverse de antemano, si nuestros políticos se atrevieran a decir que, su margen de maniobra, será mucho menor del que aparentan tener, en caso de llegar a gobernar.

Su capacidad de auténtico gobierno es solo una parte, relativamente pequeña, de toda la estructura causal que gravita sobre las acciones de ellos y, también, sobre las nuestras.

De ahí que, eslóganes del tipo « ¡Sí se puede! », a algunos nos suenen más a cantos festivos de sirena que a consignas sensatas.

Deja un comentario