Blog de Carlos J. García

¿Qué es un problema personal?

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¿Tiene sentido la expresión «tengo un problema»? ¿Qué diferencia hay entre los problemas y las dificultades? ¿Qué actitud es la más conveniente para afrontar un auténtico problema?

Las dificultades son inherentes a cualquier tipo de vida y todo ser vivo ha de afrontarlas con independencia de cuáles sean sus capacidades.

¿Qué sería de nuestras facultades si la vida y la existencia humanas no tuvieran la necesidad de superar dificultades? Sin duda, se atrofiarían y, con ellas, el propio ser humano se abocaría hacia su propia extinción.

Otra cosa completamente distinta son los problemas personales que podamos padecer.

No obstante, dificultades y problemas se suelen confundir. La expresión que oímos cuando alguien padece una dificultad importante suele ser un enunciado del tipo «tengo un problema».

Cuando alguien padece un auténtico problema, no se puede decir que él lo tenga, sino que el problema le tiene a él. El problema le envuelve, le contiene encerrado en una tela de araña, le produce alteraciones y la persona ni siquiera puede verlo ni definirlo con claridad.

Cuando se trata de una dificultad, aunque sea importante, la persona puede verla y definirla con claridad; no se encuentra encerrada dentro de ella; conserva su propio «yo» sustantivo ―es decir, el sujeto que uno mismo es― lo suficientemente entero como para moverse, hacerle frente y tratar de superarla.

Los problemas personales tienen implicaciones psicológicas complejas que afectan al «yo» de quienes los padecen. Pueden llegar al punto de anular la propia sustantividad, la capacidad de hacer algo por sí misma, y poner a la persona en una condición objetual desde la que experimenta su estado de forma exclusiva, o casi exclusivamente, pasible.

La estructura de un problema es la de una condición compleja en la que la persona se ve inmersa. Por su parte exterior, dicha condición puede definirse como una circunstancia generada por algún sujeto distinto a quien la sufre, es decir, los problemas son generados por sujetos diferentes de aquellas personas que se ven atrapadas en ellos.

Desde la perspectiva interior, la persona, alterada por él, genera la actitud de resolver su propia alteración, a menudo sin darse cuenta del verdadero problema que se la está produciendo, ni del origen exterior del mismo.

Además, hay una intensa relación, entre la condición exterior que envuelve a la persona, y las propiedades psicológicas que posee, de forma que el conjunto compuesto por ambos factores se hace una madeja que la propia persona no es capaz de deshacer.

En este tipo de situaciones es cuando cobra todo su sentido que la persona reciba ayuda de un tercero, suficientemente preparado, para que pueda ofrecerle una visión, de la situación completa en la que se encuentra, y de la correcta delimitación de los factores propios y ajenos que la componen.

Cuando la persona consigue percibir los factores externos que operan, generando o manteniendo la situación, y ver de qué modo está participando en la misma, el problema se va clarificando y comienza a dejar de serlo, para convertirse en una dificultad.

Este proceso implica que los problemas no se pueden superar tal cuál se dan, sino que hay que salirse de ellos, llegar a percibirlos, y mutarlos en dificultades que sí se puedan superar.

Una cuestión de la mayor importancia consiste en dilucidar si somos nosotros mismos los que nos metemos en los problemas o si son otros los que nos meten.

Visto de modo general, parece que pueden darse los dos casos, aunque en la adultez lo más frecuente es que empecemos por ponernos nosotros en determinadas situaciones, que son propicias para que otros las conviertan en problemas.

No solo se trata de los defectos que podamos tener, las ambiciones, las debilidades, las falsas necesidades, etc., sino que, incluso, la buena voluntad, la disposición a ayudar a otros, el espíritu de colaboración con causas que nos parecen buenas, en conjunción con una falta de visión, de experiencia o de perspicacia, pueden dar lugar a que nos pongamos en situaciones idóneas para quienes son expertos generadores de problemas.

Cuando se sale de un problema es buen momento para examinar la propia contribución que se hizo para meterse en el mismo, y, también, lo es para conocer un poco mejor ese mundo en el que hay gente que, a veces, ni siquiera somos capaces de imaginar que existe.

10 Comments
  • Rosalía on 08/09/2015

    Entonces, ¿no se podría tener una vida idílica sin problemas?, dices que nos habríamos extinguido… ¿Por qué entonces definimos y aspiramos a alcanzar la felicidad por ser la ausencia de problemas? Esto se nos inculca desde pequeños y a nadie le gusta pasarlo mal…

    • Carlos J. García on 09/09/2015

      Las dificultades no suelen ser causa de infelicidad. No creo que estén relacionadas con ella, sino que forman parte de la vida normal. A ellas se pueden asociar alegrías o tristezas, si se superan o no, respectivamente, aunque, por regla general tienen un efecto favorable en el propio desarrollo.

      Los problemas son mucho más difíciles de resolver, suelen durar mucho más tiempo y afectar de forma más intensa, tanto al «yo», como a la existencia de la persona. Sin duda, ellos si son capaces de generar mucha infelicidad.

      Por otro lado, es obvio que no hay un gran acuerdo acerca de qué es la felicidad. En mi opinión, la versión que ofrece Bertrand Russell , puede que no esté desencaminada:

      «Toda infelicidad se basa en algún tipo de desintegración o falta de integración; hay desintegración en el yo cuando falla la coordinación entre la mente consciente y la subconsciente; hay falta de integración entre el yo y la sociedad cuando los dos no están unidos por la fuerza de intereses y afectos objetivos. El hombre feliz es el que no sufre ninguno de estos dos fallos de unidad, aquel cuya personalidad no está escindida contra sí misma ni enfrentada al mundo.» (pp. 232-233)

  • Rosalía on 10/09/2015

    De acuerdo, ahora lo entiendo mucho mejor.
    Gracias, Carlos.

  • Celia on 13/09/2015

    Interesante la distición que nos enseñas entre dificultad y problema. La dificultad sería algo coyuntural mientras que el problema sería estructural, es decir, la primera dependeria de las circunstancias mientras que la segunda se insertaría en el ser propiamente dicho. Ahora bien, no estoy en absoluto de acuerdo con la referencia que haces a la definición de la felicidad. Si eso es así resultará dificilísimo si no prácticamente imposible alcanzar la felicidad al vincularla con la comunión de objetivos con la sociedad. En los tiempos que corren llegar a esa integración me parece una entelequia. Me quedo con la definición de Séneca de la felicidad en su obra » Sobre la felicidad», vinculada más al ejercicio de la virtud, lo que podría traducirse en seguir los principios del bien, la verdad y la belleza que tu mismo predicas en tu obra, en especial en el módulo número 5 «La realidad como modelo y como principio». No me imagino a Sócrates infeliz ni tan siquiera horas antes de su muerte. Por contra, los nazis de 1933 a 1945 siguiendo esa referencia debieron alcanzar el éxtasis. Pero: ¿puede un ser antireal ser feliz?

    • Carlos J. García on 14/09/2015

      Gracias por tu contribución al asunto de la felicidad. No obstante, como este tema parece suscitar bastante interés, y mi respuesta a tu comentario sería demasiado extensa, he creído conveniente redactar un artículo al respecto. Espero que con él contribuya a aclararlo un poco.

  • mariamcasares on 14/10/2017

    Buenos días. Creo que, en tu artículo, has hecho una descripción de la función del psicólogo y lo que puede hacer la psicología ante los problemas del ser humano, y te lo agradezco porque a mí, personalmente, me viene genial.
    La felicidad yo la entiendo como cualquiera de las dos definiciones anteriores: el desarrollo del ser como tal (virtud o integración) y posicionarse en la realidad. Si un ser no se desarrolla como tal, entra en terreno de los problemas personales y ahí es dificil la felicidad. En el caso contrario, un ser integrado siempre encontrará dificultades al sacializarse, pero eso no significa que no sea feliz. Lo que está claro es que sin desarrollo de las cualidades del ser es imposible la felicidad.
    SALUDOS!
    María Miquel Casares

    • Carlos J. García on 14/10/2017

      Creo que te entiendo y me parece acertado. La realización personal es la clave para convertir los problemas en meras dificultades.
      Gracias por tus aportaciones.

  • DAnIELA B on 12/11/2019

    MUY BUENA INFORMACIÓN. Me ha sido útil, MIL GRACIAS. Ahora entiendo todo.

  • Georgina A Solorzano on 20/09/2020

    Cual es la diferencia entre los problemas personales y un problema social

    • Carlos J. García on 22/09/2020

      La característica fundamental de un problema personal, tal como lo defino en el artículo, es que al involucrar al yo de la persona que lo padece se reduce mucho o se anula la posibilidad de disponer de una visión clara del mismo por lo que la persona no tiene la capacidad para salir de él y necesita un punto de vista exterior al de ella misma para objetivarlo y reducirlo a ser una dificultad. Por lo tanto, los problemas personales propiamente dichos se pueden considerar como problemas psicológicos.

      Los problemas sociales se pueden considerar desde diferentes enfoques, pero, si en este ámbito, entendemos por problema una condición similar a la definida para un problema personal, se podría entender como un estado anómalo, alterado o disfuncional en el que se encuentra una sociedad debido a no percibir el foco que ocasiona o causa dificultades graves para su normal funcionamiento.
      Se trataría de una condición generalizada de irrealidad debido a focos de propaganda falsa y diferentes formas de maltrato al conjunto de ella o a amplios sectores de la misma, que están siendo tensionados por alguna forma de violencia política cuyos fines se ocultan para que la sociedad no pueda defenderse.
      Si una sociedad no percibe las formas de violencia psicológica que gravitan sobre ella y solo padece sus efectos, será muy difícil que reaccione para salir del problema.
      Por otro lado, dentro de una atmósfera social de esos tipos, la generación de problemas personales, causados por la misma, crecen en función de las relaciones interpersonales que se ven directa o indirectamente alteradas y de las previsibles hostilidades entre grupos.

      No obstante, por lo común, cuando se habla de problemas sociales se suelen referir a dificultades vitales o de otros tipos que están asociadas a esas hostilidades que se producen en divisiones importantes de la propia sociedad.

      Gracias por el comentario.

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