Blog de Carlos J. García

Pensar por uno mismo

Suena bien y es recomendable, pero hay que hacer algunas consideraciones y advertencias.

Lo primero es distinguir cuándo uno piensa por sí mismo de cuando solamente emula pensamientos de otros.

Cuando muchísimas personas piensan lo mismo acerca de muchas cosas (y uno mismo forma parte de ese enorme grupo) hay que sospechar que ese pensamiento no está originado en cada una de ellas mismas y, además, hay que empezar a indagar de dónde procede.

En sí mismo, no tiene por qué ser un problema creer algo que otros muchos creen, lo cual dependerá del contenido de la creencia de que se trate, pero sí puede constituirse en problema el hecho de creer que siempre es uno el que piensa por sí mismo.

El mundo en el que estamos viviendo está saturado de mensajes, pensamientos, opiniones y, en general, de ideas. Abundan más las ideas que las cosas materiales.

Demos un paseo solitario por un campo desierto de personas en el que no recibamos ni una sola idea del exterior y nuestra conciencia alternará entre aquello que pensemos y aquellas cosas que veamos, oigamos, toquemos, olamos o, en general, sintamos. Pero no habrá otros sujetos presentes que nos envíen sus ideas.

Seguramente, pasará algún tiempo en el que nuestros pensamientos sean recuerdos de los que hayamos recibido del exterior, pero sin duda llegará un momento en el que podremos ser nosotros mismos quienes produzcamos nuestro propio pensamiento. Tal vez podremos pensar en las cosas que tengamos cerca, en los animales que veamos, en otras personas que hayamos conocido, en el camino que queremos seguir…, pero cada vez será más raro que pensemos las ideas de otros o en las ideas de otros.

Ahora bien, a menudo, se hará el silencio dentro de nosotros mismos, e irá emergiendo a la conciencia el paisaje en el que estemos sumidos.

Pero lo cierto es que, si no sabemos nada, pensaremos muy poco acerca de todo lo que veamos ni tan siquiera para poder hacernos preguntas al respecto.

La percepción de algo de lo que no sabemos nada, más allá de su presencia ante nosotros, es tan pobre como la lectura de un libro escrito en otro idioma que no conocemos.

Entonces, si no sabemos nada acerca de alguna cosa, ¿es posible pensar por uno mismo sobre esa cosa? Es posible, pero la ineficacia será tal que hacerlo no descubrirá realidad alguna.

¿Significa eso que hay que abrirse a todo lo que digan los demás bajo la premisa de que aquello está fundado en conocimiento de verdad?

Todo lo contrario. El conocimiento no se extrae de ese modo, aunque casualmente puedan darse salvedades. De hecho, a la vista de que muchísimas personas creen informarse abriéndose a todo lo que los medios le ofrecen, el carácter instrumental de la mayoría de estos garantizará su desinformación.

Es imprescindible seleccionar las fuentes de formación, información y conocimiento aunque el proceso sea largo y sinuoso. Al fin y al cabo, para efectuar correctamente dicha selección, hace falta pensar por sí mismo en muchas ocasiones.

La clave consiste en llegar a disponer de una atmósfera informativa propia, un marco de referencia cognoscitivo (generalmente elaborado a base de mucho trabajo) que puede entenderse como resultado de un proceso auto-educativo, no aislado, sino en contraste con aquello que el entorno ofrezca en cada caso.

Las academias, escuelas y demás lugares de estudio y formación pueden ser importantes o incluso necesarios en ciertos casos, aunque solo suelen ser lugares de apoyo para forjar una cierta sustantividad cognoscitiva.

Las herramientas verdaderamente imprescindibles para acceder a un cierto nivel de pensamiento independiente son los libros, pero no cualesquiera, sino los que tratan asuntos de importancia universal y, además, que estén escritos por autores originales no por otros que solamente repitan mejor o peor lo que otros han dicho.

Cada libro que valga la pena abre la posibilidad al verdadero diálogo entre formas de pensar, la del escritor y la del lector. La lectura formativa es crítica acerca de lo que se lea y es el primer paso para acceder a algún grado de pensamiento independiente, al revés que la lectura dócil y aquiescente con las ideas que se presenten. Hay que discutir con los libros, con sus tesis, sus argumentos, sus razonamientos, etc., cotejar sus fuentes de información, revisar otros libros sobre los mismos o parecidos temas e ir seleccionando autores en los que se pueda confiar por su manifiesta honestidad intelectual, al tiempo que se desecharán otros muchos, ya sea por su vacuidad, por su servilismo a intereses ajenos, o por los presupuestos no reales que funden sus exposiciones.

Esos diálogos críticos con los libros son la base desde la que se puede empezar a forjar el pensamiento crítico habitual ante la multitud de ideas que inundan el mundo actual.

La enorme ventaja de dirimir con el pensamiento escrito es que uno se puede tomar el tiempo que quiera para examinar cualquier idea expuesta en él. Da tiempo a pensar y repensar lo que allí se diga y cotejarlo con cualesquiera otras fuentes de las que uno disponga.

Paso a paso esa auto-educación va constituyendo una sustantividad intelectual que consiste en un marco de referencia propio desde el que la percepción de cosas y de ideas se torna significativa.

En este terreno de la percepción, se empieza por saber, después llega la mirada fundada en lo que se sabe y, desde ahí se accede a poder ver lo que de verdad es importante.

Todos estos procesos están sujetos a principios de coherencia, verdad, honestidad y muy a menudo de valentía, ya que la posición en la que la propia persona se va poniendo quedará cada vez más alejada del pensamiento común o dominante.

Por otro lado, la arquitectura fundamental de una sociedad sana es la cultura propiamente dicha y esta requiere conocimientos de la naturaleza, de las creencias poblacionales que la definan, de antropología, usos y costumbres, y de la propia historia comparada, es decir, una estructura educativa capaz de reproducirla y mejorarla haciéndola prosperar. Además la inmensa mayor parte de todos esos componentes está en los libros por lo que, sin hacer uso de ellos, la propia sociedad entrará en decadencia.

De ahí que la formación intelectual es clave, tanto para el desarrollo del pensamiento personal crítico como para el sostenimiento y desarrollo cultural de la propia sociedad. Al fin y al cabo son las dos dimensiones de la realización.

En la época que vivimos en Occidente se dan la mayoría de los signos que expuso Oswald Spengler[i] de una acelerada decadencia y también de su previsible extinción a no muy largo plazo: el crecimiento imperialista e invasivo hacia el exterior; la detención de su desarrollo interior; el culto al dinero y al poder; la pobreza filosófica e intelectual; el predominio de las masas en la población (véase el libro de Ortega y Gasset La rebelión de las masas[ii] en el que resalta la eliminación de toda moral); la desaparición de los pueblos como núcleos de actividad cultural…, todo lo cual es compatible con el predominio de una mentalidad materialista.

No obstante la mayoría de la población tiende a creer que el desarrollo tecnológico es indicativo del progreso cultural o social, sin percatarse de que lo que está en peligro es el hombre y, por lo tanto, las propias personas.

Si alguien quiere hacer algo para frenar la decadencia parece que lo más conveniente es que atice su propio pensamiento crítico mediante la lectura.

[i] SPENGLER, OSWALD; La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal; 2 tomos; trad. del alemán de Manuel G. Morente del original de 1917; Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1976

[ii] ORTEGA Y GASSET, JOSÉ; La Rebelión de las Masas; Primera edición de 1937; Ciencias y humanidades; Austral; Ed. Espasa Calpe; Madrid, 2008

12 Comments
  • Nacho on 24/01/2020

    Hola Carlos. Coincido contigo. Como casi siempre. Tan sólo quería resaltar, poner en un valor muy especial la urgente necesidad de esto que dices.
    Especialmente la actitud de no creer nada de nadie. De no mitificar a nadie y seguirle a ciegas. De escrutar profundamente cada información que llegue aunque venga de quien respetamos. Como dices, el conocimiento solo es tal, si escrutamos, confrontamos, comparamos, comprobamos, medimos si es posible, cribamos y filtramos con el único referente de la realidad. La actitud siempre abierta a revisar asuntos que creemos asentados.
    En mi opinión, el principal obstáculo a obrar así es la identidad ideológica. Me da la impresión de que esa necesidad de identificarse con un cuerpo ideológico proviene de la necesidad de dar un sentido, una justificación a la propia vida (que generalmente se construye como oposición a otros). Creo que se hace urgente desmitificar el concepto de ‘crisis existencial’. En mi opinión creo que está revestido de un carácter profundamente negativo, cuando, considero, que es nuestra permanente esencia. Quiero decir que, asentado firmemente el valor verdad, no hay razón alguna para sentirse mal en corregir, depurar, perfeccionar, reemplazar, sustituir, afilar las creencias que sobre cualquier cosa tengamos. Para que ello suceda y no provoque fuertes crisis tan sólo es necesario creer con toda firmeza en un solo principio básico: nuestra naturaleza está ‘condenada’ a ser real y disponemos sobradamente de medios para que así sea. No podemos renunciar a nuestro conocimiento y al esfuerzo diario que merece. Sencillamente porque hacerlo conduce, en el caso mejor, a una vida limitada a una superficie que, siendo limitada, solo es un espejismo de lo que en realidad es.
    Hay muchos conceptos de libertad pero aquel en el que yo creo es el estoico de vivir conforme a nuestra naturaleza. Eso implica necesariamente, en el sentido que explicas, pensar por uno mismo.
    Y hoy más que nunca es necesario reivindicar que el ser humano NO es un ser social, sino un ser con un sentido radicalmente individual que vive conservando su esencia en sociedad. Todos, TODOS, los logros y avances en todos los terrenos de conocimiento se deben a personas individuales que, en el sentido que indicas y alimentados de creencias revisadas de otros, añaden las suyas que las reemplazan y/o las mejoran. No somos seres gregarios. Rotundamente no.
    Un abrazo y gracias como siempre por compartir tus reflexiones.

    • Carlos J. García on 28/01/2020

      Tienes toda la razón. El verdadero desastre parece que comenzó con la abolición de la noción de persona y su sustitución por la noción de ciudadano que está perfectamente integrado en una visión ideológica de la humanidad en términos de mandar y obedecer en cualquier posición social.
      Gracias y un abrazo.

  • Francisco on 24/01/2020

    Un gran artículo como siempre, lo que explicas en él está cargado de razón, así es según lo dices, pero en estos momentos existenciales es muy difícil que la gente sea consciente de ello soy pesimista dada la situación en la que estamos. Gracias

  • Jesus on 25/01/2020

    Hola Carlos

    Me parece muy interesante tu articulo como reflexión sobre si de verdad pensamos por nosotros mismos o no. Es muy probable que la mayoría creamos que si pero, en realidad, si analizamos nuestros pensamientos es probable que lleguemos a la conclusión de que no, Estoy de acuerdo, como bien indicas, que estamos saturados de mensajes, pensamientos y opiniones que nos pueden llevar a pensar y creer lo que la mayoría. Por ello, me parece de gran importancia hacer un buen uso de nuestra función de conocimiento para que nos acerque a la Realidad y al conocimiento verdadero. En relación a los libros, cuantas veces nos dejamos llevar por «Best seller o Premio,,,,,» para creer ya que por ello tiene que ser bueno sin haberlo leído previamente… No todo lo que la mayoría cree que es bueno tiene que serlo, Ese «diálogo crítico con los libros» como bien indicas, me parece fundamental para ir avanzando en la dirección de llegar a ese «Pensar por uno mismo».
    Gracias nuevamente Carlos por tu nuevo artículo y permitirnos una vez mas un momento de reflexión que nos haga crecer,
    Un abrazo
    Jesús

    • Carlos J. García on 28/01/2020

      Muchas gracias a ti. Espero que los acuerdos a los que llegamos en este blog se funden plenamente en los resultados de pensar por nosotros mismos. Un abrazo

  • concepcion garcia pascual on 26/01/2020

    muchas muchas gracias por este post.
    como siempre,sigo aprendiendo contigo

  • Maria Miquel Casares on 16/03/2020

    Buenas tardes Carlos.

    Aprovecho este artículo y su título para plantear algo que me preocupa mucho: ¿Cómo desarrollar un pensamiento propio y real sobre esta situación que estamos viviendo?

    El estado de alarma decretado por el gobierno, el cierre de fronteras y las medidas tomadas para evitar la propagación rápida del coronavirus parecen justificarse por el ejemplo de Italia y por el peligro del colapso de la sanidad pública (que hay un número concreto de respiradores/reanimadores en caso de problemas respiratorios)

    Hay información y desinformación continua en todas las direcciones. Así que ¿Cómo distinguir la información con fundamento real de la que no lo tiene?

    Llevo tiempo indignada por la inmovilidad del gobierno y pensando que, en vez de estar ocupado en otra batallas ideológicas, debía haber tomado medidas mucho antes para evitar tener que llegar a este extremo tan nocivo para la economía y para las personas. Pero ahora comienzo a preguntarme si lo que ocurre es mucho peor que eso:

    ¿La situación justifica las medidas tomadas?

    Se recortan las libertades, se incautan materiales, se intervienen propiedades privadas y el vecino se convierte en enemigo..sospechoso de ser peligroso, de ser poco cívico, solidario o respetuoso si se salta las reglas. Salen imágenes por los telediarios de gente increpando a otra gente porque ha salido a la calle. Se potencia el miedo.

    Entiendo la gravedad de la situación, y el peligro que corren las personas mayores y con comorbilidades. No quiero ser insensible o in solidaria, pero no puedo evitar preocuparme por lo útil que puede resultar toda esta situación como herramienta de control de la población por parte de un gobierno con intenciones ocultas. Casi mas eficaz que la propaganda audiovisual o mediante los medios de comunicación.

    Hoy no se puede sacar el dinero de los bancos, no se puede salir de casa y no se puede trabajar sin autorización…y la propia población vela por que así sea. Hay movimientos ciudadanos que animan a salir a las ventanas a aplaudir, y en general, a la gente le resulta mas fácil culpar del agravamiento del problema a las personas que se han desplazado a otras comunidades, que juzgar y pedir responsabilidades al gobierno por su inacción o por alentar situaciones como las Manifestaciones del 8M.

    Me pregunto si acaban de encontrar una herramienta mas útil que la propaganda mediante los medios de comunicación para controlar a la gente y lanzar a unos contra otros.

    Me pregunto si el miedo a esta enfermedad esta justificado, si son necesarias las medidas tomadas, si estamos evitando un mal mayor…. o si el remedio va a ser peor que la enfermedad. Si el miedo a los virus y las medidas de confinamiento van a crear mas problemas de salud, mas enfermedades de otros tipos y mas cargas para la Sanidad. Y sobre todo, me pregunto si ahora van a aprender a usar el miedo a las epidemias víricas como forma de manipulación de la población, como método de recorte de libertades justificado y aceptado socialmente.

    Eso si que me da a mi miedo. Y a aun a riesgo de ser insolidaria con los médicos o con las personas que siguen trabajando (que se lo agradezco mucho). De momento, yo no sé que hay que aplaudir de esta situación.

    Un saludo y mucho ánimo en estos días que nos esperan.

    • Carlos J. García on 17/03/2020

      Confío en que el artículo que acabo de publicar hoy mismo pueda aclarar algunos asuntos de la pandemia a los que te refieres. En el caso de que te queden dudas al respecto no dudes en plantearlas. Un saludo.

  • María on 18/03/2020

    Sí. Gracias Carlos. Me ha servido mucho. Tanto tus artículo como los comentarios y tus respuestas.
    Me quedo con que hay que recuperar la sustantividad frente al virus, tener clara cuál es la situación y porqué estamos en casa, usar mascarilla y guantes, evitar el miedo para mantenernos fuertes y sanos, atender a lo positivo y observar a ver que pasa con lo negativo.
    Saludos!
    María

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