Blog de Carlos J. García

¿Pecado ecológico o tormento medioambiental?

A la vista de cómo se presenta en los medios de comunicación, da la impresión de que el denominado cambio climático es un problema sin excesivas ramificaciones, pero, a poco que nos pongamos a pensar en el tema, se trata, no de un problema, sino de una inmensa cantidad de problemas solapados y oculta bajo una etiqueta propagandística caricaturesca.

Se trata de un monstruo de mil cabezas que se cierne sobre la humanidad, cada una de las cuales tiene en mente alguna mala idea.

El asunto no se reduce a si es verdad o no que haya un calentamiento antropogénico no intencional[i] (debido a la acción humana) de la biosfera, que resulte peligroso e irreversible para la vida en el planeta, sino que incluye dimensiones ideológicas, económicas, políticas, causales, etc., que componen un órdago al sistema socioeconómico entero que emergió con la modernidad.

El problema se agrava en la medida en que vivimos una época en la que la información importante para la población se esconde dentro de una enormidad irrelevante e ideológicamente sesgada, y se encuentra entremezclada con todo tipo de mensajes falsos, propios de campañas y guerras sin cuartel, que son emitidos sin escrúpulos por intereses cuyos fines al respecto se nos ocultan. De ahí surge el derecho de la población a desconfiar de lo que le llega acerca de este y de cualquier otro asunto a través de los grandes medios de comunicación.

Hace unos pocos días hemos podido leer la noticia de que altas jerarquías de la nueva Iglesia con el Papa Francisco a la cabeza quieren incluir el “pecado ecológico” en el catecismo católico, al que definen como “una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente”, aunque bastaría con decir que es una acción u omisión contra Dios.

Esta nueva aportación espiritual al problema le añade una dimensión moral que viene a redondear la faceta ética que ya se le estaba suponiendo, muy bien actuada por la famosa Greta, gritándonos a la cara lo malísimos que somos como sociedad por no luchar activamente contra el apocalipsis que profetizan ella misma y sus patrocinadores, colaboradores y demás gentes alineadas.

Como los “informativos” de las televisiones empiezan a ser temibles, opté por leerme un libro[ii] de la lideresa Greta (que acumula multitud de distinciones y premios internacionales), propuesta para un Premio Novel de la Paz, la cual, según ella misma nos “informa”, posee superpoderes, aunque no parece que tantos como para merecer uno de Literatura a la vista de la calidad de su ensayo literario. Más que un ensayo es un panfleto destinado a tratar de refutar las críticas recibidas como posible marioneta de determinados poderes económicos, refutación que, a mi parecer, no consigue en absoluto.

Dentro de la vertiente moral de la religión atea, recientemente ha cobrado especial intensidad la cuestión del cambio climático (junto a algunas más relacionadas con la reproducción y la muerte), empezando porque, se presenta como la imposición de un dogma de fe que no admite discusión racional de ningún tipo. En este, como en otros muchos más, la heterodoxia se ha convertido en una posición peligrosa.

En mi modesta opinión no se puede sostener que sea verdad que haya un cambio climático como efecto colateral del empleo de fuentes de energía fósiles. Los argumentos más relevantes en los que fundo dicha opinión (los más importantes de ellos extraídos de los muchos aportados por el científico J. M. Carreira[iii]) son los siguientes:

Primero.- Desde el año 800 hasta el 1300 de la Edad Media, la temperatura en el hemisferio norte fue superior a la actual en varios grados dando lugar a una agricultura muy abundante. Desde 1300 hasta 1900 aproximadamente se produjo un periodo de frío. Estos cambios no fueron debidos a la acción del hombre sobre el planeta y no es nada fácil precisar cuáles fueron sus causas.

Segundo.- Desde 1900 hasta la actualidad la temperatura ha aumentado en torno a 0,6º centígrados. Ahora bien, ese calentamiento ocurrió casi completamente entre 1900 y 1940, coincidiendo con una emisión a la atmósfera de anhídrido carbónico por parte del hombre netamente inferior a la emitida desde 1940 hasta el presente. Por lo tanto, en ese periodo la temperatura subió comparativamente mucho más, con menos gases de efecto invernadero, de lo que ha subido en las últimas décadas en las que se ha producido una emisión mucho mayor de dichos gases. De ahí que no se pueda sostener la hipótesis que sean la industria y la automoción las que causan la elevación del CO2 en la atmósfera a lo que se imputa, a su vez, ser la causa del referido calentamiento.

Tercero.-  Las catástrofes como las inundaciones, gotas frías, tormentas en el Caribe o el deshielo de glaciares que se atribuyen al cambio climático han ocurrido con mayor o menor intensidad en etapas cálidas, frías o templadas, sin haber recibido explicaciones desde la actual hipótesis teórica.

Cuarto.- Los cambios naturales del clima dependen de muchas variables, entre las que se encuentran los conocidos ciclos de Milankovitch (1879-1958) que están en relación con la cantidad de radiación solar que llega al planeta, la cual depende, entre otras cosas, de la excentricidad (el tipo de órbita elíptica que describa la Tierra alrededor del Sol); de la oblicuidad (que es el ángulo que tiene el eje de rotación de la Tierra con la perpendicular del plano de la órbita); y de la precesión que es el movimiento asociado con los cambios de dirección del eje de rotación (una especie de movimiento de peonza).[iv]

Además, en la radiación solar y, por lo tanto, en el clima influyen las erupciones solares que también sufren variaciones cíclicas. Pero, además de la radiación que llega a la atmósfera de la Tierra, se encuentra el papel que desempeña en el clima la propia atmósfera ya que filtra un porcentaje significativo de dicha radiación. Y, además, nos encontramos con la composición de la propia atmósfera a la cual pertenece el famoso carbono de la contaminación, aunque un porcentaje nada despreciable de él es eliminado por la vegetación.

El problema es que, además de todas estas variables hay otras muchas más, cuyos efectos desconocemos y que son responsables de las duraciones variables de los ciclos mencionados y que los hacen poco predecibles con suficiente precisión. En el clima influyen multitud de hechos naturales, geológicos, biológicos, astronómicos, humanos, etc., que no pueden ser sometidos a experimentación ya que no son controlables, ni pueden crearse condiciones experimentales para su contrastación.

Quinto.- Las predicciones apocalípticas efectuadas por diversos científicos y políticos desde mediados de los años 60 hasta la actualidad nunca se han visto confirmadas por los hechos. Interesa la lectura del artículo de Manuel Llamas en Libertad Digital[v] en el que muestra como «Las amenazas climáticas ni son nuevas ni son catastróficas. De hecho, su existencia ha sido algo recurrente a lo largo de los tiempos». Además, remite al estudio de Myron Ebell y Steven J Milloy expuesto en su artículo «Mal otra vez: 50 años de predicciones apocalípticas fallidas»[vi] (traducción propia) de 18/09/2019. Los autores exponen diversos artículos y noticias recopilados por el periodista Tony Heller que sostenían predicciones apocalípticas con fecha de vencimiento —los cuales publicó en Real Climate Science— que nunca se cumplieron y que en la actualidad siguen sin cumplirse. Diversos científicos, la NASA, Al Gore, observatorios geológicos oficiales, divulgadores científicos, revistas tan prestigiosas como Time, etc., han expuesto desde hace unos cincuenta años predicciones de la llegada de una nueva Edad de Hielo, hambrunas, derretimiento del hielo de los polos, y otras situaciones catastróficas que no han ocurrido.

Hoy mismo un buen amigo me ha remitido la siguiente información de la agencia EFE publicada en el periódico Público de fecha 19-06-2011: «Científico español dice que el Ártico se quedará sin hielo en verano de 2018. Para 2018 la masa de hielo permanente del Ártico se habrá perdido completamente durante los veranos polares, afirmó a Efe el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España…». Hoy, 25 de noviembre de 2019 ha pasado más de un año del inicio del verano de 2018 y puede comprobarse que dicha masa de hielo no se ha perdido.

Sexto.- Según P. Carreira, «un dato interesante es que hace 400 millones de años, por evidencia de rocas y conchas marinas, la cantidad de CO­­2  era diez veces mayor que la actual, y el planeta se encontraba en una época glacial que causó una de las grandes extinciones de vida en su historia.  Tal vez algo de orden astronómico debe suponerse en el calentamiento de la Tierra que hoy se afirma, teniendo en cuenta que datos sobre los casquetes polares de Marte y cambios en la superficie de Tritón (satélite de Neptuno) indican un calentamiento en esos puntos lejanos de la Tierra y sin un entorno comparable».

Séptimo.- También, según P. Carreira «Es muy probable también que el flujo de radiación cósmica influya directamente en la formación de núcleos de condensación para vapor de agua, con consecuencias inmediatas sobre la precipitación lluviosa y el porcentaje de vapor en la atmósfera.  Y es el vapor de agua el gas más importante como agente de calentamiento por “efecto de invernadero”, aunque la mayor parte de los noticieros sobre el tema centran su atención sobre el anhídrido carbónico. »

 

Por otro lado, nos encontramos con hechos sociales relacionados con la propagación de la doctrina del cambio climático que tampoco deben pasar desapercibidos:

Primero.- El estilo de comunicación que se emplea en la mayoría de los programas de televisión para informar del tiempo atmosférico incluye juicios tan absurdos como afirmar que la temperatura de un día concreto del año es superior a la normal para esa época del año, donde se sobrentiende que lo “normal” se refiere a la media aritmética de temperaturas a lo largo de una estación del año. Comparar una medida particular de un día con la media aritmética de una serie de medidas afirmando que es superior o inferior a esa media, es absurdo pues lo raro sería que la medición de un día coincidiera exactamente con la media, o, lo que sería más raro todavía, que todas las mediciones fueran iguales a la media de todas ellas, es decir que su varianza fuera nula. Siempre se encontrará alguna medición comparativa que sea inferior a la presente para dar a entender falsamente que hay un calentamiento global que se nota diariamente.

Segundo.- En relación con lo anterior, la impresión que ofrecen esos medios de comunicación es que el calentamiento global sucede a una velocidad vertiginosa que puede notarse día a día, cuando lo único que se nota día a día es el intento de convencer a la población de que ese fenómeno está ocurriendo. Además, si no existieran los termómetros, las cifras de variación de las temperaturas pasarían completamente desapercibidas. Por ejemplo, suponiendo que la temperatura subiera un grado a lo largo de cien años, cada año subiría una centésima de grado, pero cada día solo subiría, por término medio, dos cienmilésimas de grado.

Tercero.- Está de moda que científicos, políticos y medios de comunicación le digan a la población lo que ésta debe hacer, pensar, o como debe ser, aupados a unos roles que no les corresponden y eso está muy lejos del ideal de una sociedad informada, sabia, responsable y capaz de gestionar su propio rumbo, que exigiera a tales cargos el cumplimiento de unas obligaciones concretas.

Se han efectuado predicciones apocalípticas desde épocas muy tempranas de la historia cuando la ciencia propiamente dicha no existía y ahora que existe no se debería incorporar a ese tipo de tareas.

Ahora bien, ¿es la ciencia un área independiente y autónoma de los grandes poderes económicos y políticos que actualmente más influencia ejercen en el mundo? ¿Sirve la ciencia exclusivamente a principios reales?

Sin duda, hay científicos que sí cumplen con ellos, pero sin el menor género de dudas, hay otros muchos que no lo hacen. La pregunta es cuál de los dos grupos se alinea con la corriente política medioambiental que ahora prevalece y cuál el que la crítica.

De hecho, hay una controversia nada despreciable en este ámbito entre unos y otros —sin ir más lejos, el caso de Bjørn Lomborg, autor del libro El ecologista escéptico[vii] es un ejemplo sobresaliente de la misma.

Dicho autor hace un examen del estado real del mundo del que se desprende que no están correctamente fundados los pronósticos catastrofistas efectuados por muchas de las agencias que tratan el asunto del clima y por líderes relevantes con influencia en los medios de comunicación.

Lomborg recibió multitud de críticas, tanto favorables como desfavorables a las que ha ido contestando en una página web abierta a tal propósito.

Lo más interesante es que el caso Lomborg es una muestra de la enorme discusión que genera  este tema que, sin embargo, trata de imponerse como un dogma incuestionable en el que no se admite discusión racional alguna.

Cuarto.- De la ingente cantidad de medios que las sociedades actuales entregan a universidades y otras instituciones para la investigación científica, cabría esperar algo más que predicciones ciertas o falsas acerca de la evolución de problemas importantes para la vida en el planeta. Cabría esperar soluciones científicas y tecnológicas mucho antes de obligar a la sociedad a que haga una revolución descomunal para cambiar el rumbo de toda una civilización.

Quinto.- Lo cierto es que la ideología afecta a la teoría del cambio climático hasta el punto de que desborda por completo las posibilidades de la ciencia para poder respaldarla. No solo se afirma el incremento del calentamiento del planeta a partir de la era preindustrial, sino que se sostiene que dicho incremento está causado por el hombre y más concretamente por el uso de tecnología que consume combustibles fósiles, los cuales deben ser sustituidos por otras fuentes de energía a muy corto plazo para evitar un cataclismo.

Se trata de una teoría de «causa → efecto» que va más allá de la posible correlación estadística que se haya podido detectar entre dicha actividad, el incremento de las temperaturas y la ocurrencia de determinados fenómenos meteorológicos adversos. ¿Cómo demostrar científicamente dichas hipótesis causales?

Ante la complejidad causal del clima terrestre, sostener la veracidad de la teoría de que la contaminación producida por el hombre está causando un cambio climático prácticamente irreversible, no deja de ser una hipótesis que no se puede someter a contraste experimental.

La única posibilidad de contraste experimental se daría en el caso de que el clima fuera estable, emitiéramos una cierta cantidad de carbono a la atmósfera, midiéramos el cambio sobre el clima, retiráramos dicha contaminación y lo volviéramos a medir sin ella. Es decir, teniendo una línea base estable, introducir el “factor causal” del carbono sobre ella, luego lo retiráramos, y comprobáramos la vuelta a la línea base. Esto no es más que una quimera, pero si es así, resulta anticientífico afirmar que tenemos argumentos que apoyen la veracidad de la hipótesis de que el carbono que emitimos está causando un cambio catastrófico del clima.

No obstante, ni siquiera podemos afirmar que dicha teoría sea falsa puesto que ni lo sabemos ni lo podemos saber. Se trata de una conjetura adoptada como un dogma.

A poco de comenzar el presente artículo afirmé que “no se puede sostener que sea verdad que haya un cambio climático como efecto colateral del empleo de fuentes de energía fósiles” lo cual no significa que dicha teoría sea cierta ni que sea falsa, solo que no se puede demostrar que sea verdadera. Hay razones epistemológicas de gran peso que respaldan dicha aseveración:

  • No es posible demostrar científicamente la veracidad de ninguna teoría, y
  • No es posible demostrar la relación causal que estipula dicha teoría y que sostiene que la polución humana es la causante del cambio del clima que, al parecer, está ocurriendo en el planeta.

El hecho de que haya una presión tremenda afirmando que dicha teoría es verdadera, demuestra cómo en nuestra cultura se desprecia o se aprecia la metafísica al antojo de los intereses ideológicos. Desde Hume la ciencia ha sostenido que las causas no se pueden observar y, por lo tanto, su existencia no puede ser demostrada en ningún caso. En tal sentido la realidad de las causas sería metafísica pero no científica.

Si, en este caso, se establece el dogma del cambio climático y de sus causas antropogénicas, se viola la lógica de la ciencia experimental, pero esto mismo no se hace en multitud de otros objetos que no son directamente observables, sobre todo psicológicos, los cuales simplemente se niegan.

La cuestión final remite a la pregunta de para qué nos somete el Gran Hermano al tormento medioambiental bombardeándonos con dicho dogma.

Se pueden plantear varios fines que no son incompatibles entre sí:

  • Fuertes intereses económicos de grandes empresas que serán las encargadas de cambiar las viejas fuentes de energía por otras nuevas, como las que al parecer patrocinan a Greta.
  • Justificación de una considerable subida de impuestos supuestamente destinados a paliar el problema medioambiental, lo cual ya han empezado a hacer gobiernos occidentales como el español (incluyendo un nuevo impuesto al diésel).
  • Justificación de nuevos cargos políticos como los que se crean para atender el ministerio de “la transición energética”.
  • Argumento para volver a plantear el supuesto problema de la superpoblación mundial afirmando que el planeta no puede sostener tantos miles de millones de seres humanos debido a la contaminación que genera, lo cual conduce a una restricción más de la reproducción humana.
  • Argumento para justificar formas miserables de existencia de la población, debidas a las restricciones tecnológicas, alimentarias y de todo tipo, necesarias para combatir el “problema”.
  • Se trata, además, de una aserción más de la eficacia del poder para manejar a la población a su antojo haciéndola comulgar con ruedas de molino.
  • Se crea una suerte de psicosis poblacional de clima apocalíptico que causa sufrimiento y desesperanza a muchas personas y manipula su atención para que ésta no se centre en los problemas poblacionales que causa el actual poder mundial.
  • Es una forma de culpabilizar a la población haciéndola responsable de algo que, en todo caso, sería responsabilidad de las grandes empresas como las principales emisoras de contaminantes, como son por ejemplo, los envases de plástico.
  • Dar una imagen de que la ONU y demás organizaciones supranacionales se dedican a salvar a la humanidad, como la gran familia que se supone que es, ocupándose de los peligros que la amenazan.

Dicho todo esto, también debo decir que me parecen lamentables muchos de los puntos económicos clave del modo de vida actual, al que el propio sistema nos obliga a todos, y que deberían ser revisados, no ya por la cuestión del supuesto calentamiento antropogénico, sino por la salud mental de la población, de las sociedades, de las personas y de nuestro entorno natural. Un modo de vida más saludable en general es el que experimentamos en España en la segunda mitad del siglo XX y cuyas claves expuse en otro artículo de este mismo blog titulado La austeridad ecológica.

Tampoco debemos olvidar las tremendas contradicciones del propio sistema en las que, por ejemplo, se promueve un turismo masivo (que causa una enorme cantidad de contaminación por CO2, especialmente cuando se lleva a cabo en aviones); se promueven cambios migratorios de enormes cantidades de población; se comercia con productos que se transportan desde unos puntos de producción que están alejadísimos de sus lugares de destino, etc. Tantísima movilidad de personas y cosas no parece responder a razones de exclusiva necesidad sino a cuestiones de tipo ideológico y económico, de esa misma ideología que sostiene el dogma del cambio climático.

Por último, también hay que decir que, si de lo que se trata, es de que más de siete mil millones de personas no pasen ni frío ni hambre, lo cual, en mayor o menor medida se está más cerca que nunca de conseguir con el actual sistema productivo, no parece posible que esa meta se pueda conseguir cambiando demasiado los actuales modos de producción.

La discusión al respecto de todos estos asuntos debería abrirse para ir buscando las mejores soluciones, para lo cual debería sacarse lo antes posibles de su ubicación ideológica.

[i] No debemos olvidar la capacidad de influencia que tienen determinadas acciones del hombre, referidas a la producción intencional de cambios en los fenómenos meteorológicos, como la referida a la precipitación, o no, de lluvia en determinadas zonas.

[ii] THUMBERG, GRETA; Cambiemos el mundo (Spanish Edition). Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle. 2019

[iii] CARREIRA, J. M.; El sentido de la naturaleza y la acción del hombre; disponible en internet.

[iv] https://geologicalmanblog.wordpress.com/2019/06/25/ciclos-milankovitch/

[v] LLAMAS, MANUEL; Apocalipsis climático: una farsa cuyas predicciones nunca se cumplen; Libertad digital, 24-09-2019

[vi]https://cei.org/blog/wrong-again-50-years-failed-eco-pocalyptic-predictions#.XYMUnK6SA2c.twitter

[vii] Hay disponible un resumen muy amplio de dicho libro, así como de las inapropiadas reacciones al mismo, en Wikipedia.

4 Comments
  • Nacho on 28/11/2019

    Hola Carlos. Magnifico artículo. Como siempre. En mi opinión:
    1. La realidad nos está mostrando que los hechos que dicen que ocurren no están ocurriendo. No se derrite nada, los osos polares gozan de buena salud pues su hábitat no ha cambiado, hay menos huracanes y tornados, no están muriendo corales, ni aumentando el pH de los océanos, el aumento del nivel del mar es ínfimo y compatible con el calentamiento natural que viene ocurriendo desde el siglo XIX. (me limito a constatar los datos de organismos oficiales disponibles en internet de forma abierta u opiniones de científicos).
    2. La realidad nos está mostrando que los hechos que dicen que van a ocurrir, no ocurren. Ninguna predicción de sus modelos, catastróficos, se cumple; como los que tú mismo has citado.
    3. La realidad nos está mostrando que los consensos que dicen que existen, no existen. Ni el 97 % de los científicos respaldan eso, ni los supuestos 11.000 científicos de la reciente declaración que respalda esta teoría son científicos a juzgar por un rápido examen de sus nombres y cargos. Por el contrario muchos científicos de indudable reputación incluidos varios premios Nobel dicen que esta teoría no es cierta.
    4. Las temperaturas que dicen que ha habido tampoco parecen ciertas como aseveran científicos de gran reputación. Como ejemplo y en el mismo Congreso de los EEUU la comparecencia de Don Easterbrook que puedes encontrar en Youtube. Y se conocen casos como el “climategate” que revelan una presunta corrupción científica en la manipulación de datos. Y los raw data de los satélites están disponibles, al menos para los científicos.
    5. Sin embargo la realidad parece mostrarnos otro cambio climático; un enfriamiento global. Consecuencia de una entrada en un ciclo largo de baja actividad solar como los datos avalan y la NASA pronostica para el futuro. Cambio que estamos ya notando y que parecen justificar las evidentes irregularidades en precipitaciones, en temperaturas regionales con relación a las series estacionales recientes y en fenómenos inusuales que sí están ocurriendo (ejemplo: octubre ha sido el mes más frío desde que hay registros en grandes zonas de EEUU según la página electroverse). Esta correlación entre anomalías masivas y enfriamiento la avala además la historia en varios períodos y especialmente en el muy documentado largo periodo de la Pequeña Edad del Hielo en el que millones de personas perecieron por frío, mala alimentación por malas cosechas y enfermedades. Las causas de ese enfriamiento son bien conocidas: comenzó y terminó con una gran actividad volcánica y, en medio, un largo periodo de baja actividad solar: el mínimo de Maunder.
    Si todo esto es cierto, y muchos creen que lo es, esta insistencia en tomar acciones ya, en el sentido contrario, parece preocupante

    En cuanto a lo del pecado ambiental del Papa: yo creo en el Dios de Spinoza que nos ha dado a todos una mente para usarla. Sería mejor introducir como pecado no hacerlo y la naturaleza estaría muy bien. Un abrazo

    • Carlos J. García on 04/12/2019

      La climatología es una disciplina de enorme complejidad en la que hay que tener en cuenta prácticamente todos los factores presentes en la Tierra, el Sistema Solar y la Vía Láctea, y me consta que los conoces en profundidad. En relación con la falsedad de la teoría del calentamiento por acumulación de CO2 en la atmósfera, el enfoque que planteas, que está fundado en una amplia variedad de estudios científicos independientes y que has elaborado con enorme rigor lógico, no creo que tenga oposición seria que pueda demostrar lo contrario. No obstante, la carga de la prueba debe recaer en quienes afirman las tesis que forman parte del gran dogma actual sobre el clima, para lo cual no sirve que haya miles de supuestos científicos que las respalden e incluso las divulguen, sino que bastaría uno solo que aportara algunas pruebas verdaderas e irrefutables, lo cual ni ocurre ni se espera que ocurra. Lo cierto es que ocurre lo contrario: el carbono no parece tener el papel que dicen que tiene sobre el clima, ni las emisiones de CO2 producidas por nuestra especie están calentando nada de manera significativa, ni estamos en ningún punto crítico irreversible que requiera de enormes subvenciones públicas para el lobby que aspira a enriquecerse con todo esto. Además, estoy de acuerdo en que los verdaderos datos disponibles son indicios suficientes para investigar la posible ocurrencia de un enfriamiento del clima a corto o medio plazo, que requeriría medidas muy diferentes a las que ahora pretenden poner en marcha.
      Muchas gracias por tu gran aportación. Un abrazo.

  • Lola on 29/11/2019

    Totalmente de acuerdo con los dos, pero Nacho yo no me preocuparía demasiado por la eficiencia de las medidas de urgencia que quieren tomar. Estoy convencida de que no serán las causantes de la bajada ni de 0,01 grados de temperatura. Van a costar mucho dinero, eso sí (subida de impuestos)
    En el ámbito de la arquitectura en España es absolutamente espeluznante la imposición por parte del estado (desde Zapatero) de medidas «bio» que van en contra de toda lógica y que no han mejorado en nada la calidad ni eficiencia de los proyectos.
    Saludos.

    • Carlos J. García on 04/12/2019

      El problema yo tampoco lo veo en la previsible ineficiencia de las medidas que están tomando y que quieren ampliar, sino en los problemas sociales y económicos que conllevan cambios ideológicos con más y más irrealidad, y un incremento del saqueo que ya efectúan a la mayor parte de la población. En lo que respecta a Zapatero, es evidente que ha sido y es mucho más peligroso para el planeta que cualquier otro cataclismo imaginable. Un saludo.

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