Blog de Carlos J. García

La atmósfera social

Tomando como referencia cualquier entorno material, las ciencias naturales informan regularmente de que solo sentimos o percibimos con nuestras facultades una pequeña fracción de cuanto hay en él. Hay mucho más y, generalmente es más complejo, de lo que habitualmente percibimos.

Ahora bien, si obviamos la composición material del entorno, para tratar de percibir la información que emiten los seres vivos y, sobre todo, los seres humanos que hay en él, podemos constatar que ocurre una limitación similar a la que se manifiesta en el orden material.

Cualquier forma en que se considere la existencia humana, entendida como la información que cada ser humano emite en un contexto grupal, familiar o social, que, a menudo no es objeto directo de la atención de quienes estén presentes en él, nos lleva a constatar que ese volumen de información es mucho mayor de lo que quienes la emiten tienden a creer.

El entorno común de nuestra especie es de naturaleza informativa, y, solo en menor medida, de índole material. Vivimos entre información, emitiéndola y recibiéndola de múltiples modos posibles, que incluyen la inacción, la pasividad o los silencios.

Es a tal medio de naturaleza informativa a lo que bien se podría denominar como atmósfera social; poblacional; familiar; laboral; escolar, etc., en la que habitemos.

Por otro lado, una gran parte de esa atmósfera, más que percibirla con sus concretas características, a menudo se suele decir que la respiramos, en clara alusión a que el modo de captarla o aprehenderla no suele ser un procesamiento consciente.

La conciencia humana tiene un tamaño muy limitado si se compara con la gran cantidad de información que procesamos de manera inconsciente. Un símil aproximado sería la comparación entre el tamaño de la memoria RAM de un ordenador y la efectiva capacidad de almacenar y procesar la información que entra en él o que almacena en su disco duro.

¿Qué características de las atmósferas sociales, pueden considerarse dignas de investigación por su posible importancia en el orden de la producción de efectos relevantes en quienes las respiran?

En cuanto a sus efectos, pueden diferenciarse dos grandes tipos. El primero, más evidente, es el impacto directo que pueden producir en las actividades humanas que ocurran en la actualidad en el propio contexto. Se trata de su papel en la producción de acciones, reacciones, sentimientos, emociones y estados de ánimo, en los presentes, si bien, no necesariamente iguales en todos ellos.

El segundo tipo de efecto es, si cabe, más importante. Se trata del papel que juegan en el orden constitutivo de los seres humanos que habitan establemente dentro de ellas. Se trata de su papel formativo sobre gran parte de quienes se encuentran envueltos por ellas, aunque, especialmente, en las edades formativas. Niños y adolescentes son esponjas informativas que absorben esas atmosferas sociales, familiares y escolares, con extrema facilidad, que suele ser inversamente proporcional a la conciencia que tengan de los procesos, que, en su caso, son constituyentes de sus modos de ser.

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