Blog de Carlos J. García

Esencia y estructura del maltrato psicológico

Cualquier ser humano que sea tratado como si no lo fuera o como algo diferente a aquello que es, es objeto de maltrato.

Ahora bien, el maltrato que se da dentro de una estructura de relación interpersonal estable o continuada, requiere unas condiciones por las que, el maltratador y el maltratado, se encuentren existencialmente vinculados.

Tales condiciones, no solo se pueden dar en relaciones de pareja, sino que se extienden a las relaciones paterno, o materno, filiales; las relaciones laborales con contratos estables; relaciones académicas o escolares; ciertas modalidades de amistad falsa o aparente; relaciones entre socios, y, en general, cualquier tipo de relación que implique condicionamientos que vinculen a los miembros de la misma.

Se trata de malas relaciones que conllevan componentes de violencia que, por norma general, están repartidos de forma extremadamente asimétrica.

El paradigma general es aquel en el que, un miembro de la  relación, maltrata al otro de forma continuada, sin que este pueda liberarse del mismo debido a los condicionantes que determinan el vínculo existencial de ambos.

De ahí que, la esencia del maltrato estructural, presenta la forma de un intenso problema personal para quien lo padece, por lo que solo tiene la posibilidad de resolverse cuando cambian las condiciones que determinan el vínculo existencial, de forma que este se disuelva.

Pozueco Romero et al.[i], efectúan un análisis de concordancia, entre algunos rasgos detectados por diferentes autores en los maltratadores de pareja, y los rasgos que se suelen atribuir, generalmente, a los psicópatas integrados, concluyendo que:

«Lo que sí ha quedado claro, de acuerdo a la literatura científica afín, es que los/las psicópatas integrados/as mantienen relaciones de pareja en las que aparecen la mayoría de las IMP aquí revisadas.» (p. 44)

Tales IMP son los indicadores de maltrato psicológico y/o mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso emocional, que conciernen, por ejemplo, según Taverniers (2001), citado por dichos autores, a siete categorías:

Desvalorización. Hostilidad. Indiferencia. Intimidación. Imposición de conductas. Culpabilización. Bondad aparente.

Ahora bien, tales conductas, así como otras del mismo estilo que se puedan considerar, forman parte de modos de operar que persiguen determinados fines dentro de la propia relación y en la persona que es objeto de los mismos.

Las causas finales del maltrato se encuentran, sistemáticamente, en la conservación del poder del maltratador, o su incremento, sobre el otro miembro de la relación. De ese modo, se eleva sobre el otro, adquiriendo una posición de dominio, mediante el sometimiento del otro miembro.

Los sentimientos del maltratador, asociados a la experimentación de la sobre-posición, el control y el dominio, sobre el otro miembro, son de placer, por lo que conlleva un componente de sadismo.

No obstante, hay que tener en cuenta que todas las formas de agresión que efectúe un ser humano, un grupo, etc., contra otro, tienen como objetivo las propiedades de la persona que es objetivo de las mismas.

Así, prácticamente, se pueden considerar tres grandes categorías para clasificar las modalidades más relevantes de violencia sobre seres humanos, considerados en cuanto a seres.

―      La primera, es la apropiación indebida. Consiste en sustraerle o arrebatarle algo esencial al ser humano. Consta de dos subcategorías, que son la posesión y el control.

⋅          La posesión se puede definir en términos de que un sujeto se apropia de las facultades de otra persona, sacrificando el «yo» de esta. En general, la fórmula es del tipo «tú debes hacer lo que yo quiera que hagas».

⋅          El control, hace referencia, tanto a la formalización de la persona sobre la que recae, como a la sustracción indebida de información de ella, pues está orientado a privar de formas propias al objetivo y a dotarle de las formas artificiales con que las que se pretenda dotarle.

―      La segunda categoría, es el trato que se destina a la destrucción de determinadas propiedades inherentes de la persona. Consta del abuso, la corrupción y el rechazo.

⋅          El abuso, se define como «usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien».

⋅          La corrupción puede ser constitutiva o degenerativa. En el primer caso, se dificulta o se impide que la persona acceda a constituir una esencia sustantiva real. En el segundo, se promueve una degradación del nivel de realización adquirido. Generalmente, los procedimientos utilizados son de seducción y de chantaje.

⋅          El rechazo puede tener por objeto la existencia o la esencia de alguien. En el primer caso, consiste en una actitud firmemente contraria a la existencia de alguien, mientras, en el segundo, el objeto de dicha actitud se refiere a impedir o dificultar que la persona sea un ser en sí misma, o posea su propia esencia sustantiva.

―      La tercera categoría, es la privación indebida. Consiste en privarle de algo esencial, y, consta de tres subcategorías que son, la negligencia, la sustitución y la sobreprotección.

⋅          La negligencia, consiste en el descuido, la omisión o la falta de aplicación, en el cumplimiento de las obligaciones que se tienen con respecto a una persona.

⋅          En cuanto a la sustitución y a la sobreprotección, ambas consisten en impedir que las personas hagan lo que les corresponde hacer. En el primer caso, se les priva de alguna acción, sustituyéndolas por otro sujeto. En el segundo, se les impide hacerla, bajo la justificación de su seguridad.

Un análisis pormenorizado del tipo de maltrato que se está produciendo en cada caso concreto, que dé cuenta de las consecuencias del mismo, permite identificar, no solo la modalidad del maltratador, sino, también, las áreas esenciales y existenciales más perjudicadas de la persona maltratada, así como de las personas allegadas que puedan sufrirlo, por el hecho de estar dentro del contexto en el que se produzca la relación principal.

 

[i] POZUECO ROMERO, J.M., MORENO MANSO, J.M., BLÁZQUEZ ALONSO, M, y GARCÍA BAAMONDE, E. (2013). Psicópatas integrados/subclínicos en las relaciones de pareja: perfil, maltrato psicológico y factores de riesgo. PAPELES DEL COLEGIO. VOL. 34. ENERO-ABRIL. 32-48

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