Blog de Carlos J. García

El sistema que forman las propias creencias

A menudo, se confunden los términos «creencias» y «pensamientos», cuando lo cierto es que son dos nociones notablemente diferentes. Solo algunas veces, las formas que adoptan nuestros pensamientos, se refieren a algunas de nuestras creencias, si bien, para que eso sea así, el propio pensamiento ha de tomarlas por objeto de representación, lo cual, es poco frecuente.

Nuestras actividades de relación con el exterior, son producto de la interacción de nuestros sistemas de creencias con las situaciones u objetos exteriores, y de esta con el propio organismo. El pensamiento forma parte de dichas actividades de relación.

Como expuse en un artículo anterior, titulado La lógica de las creencias, la estructura lógica de nuestras creencias acerca de algo que es, posee una estructura como la siguiente: {“El enunciado «X es…» es verdadero” por la razón “Y”}.

Por su parte, la estructura de las creencias acerca de algo que «debe ser», parece corresponderse, con el modelo siguiente: {“El enunciado «X debe ser…» es bueno” por la razón “Y”}.

No obstante, dado que las creencias de «deber ser», remiten a los estados finales de las actividades para reformar o conservar algo que hay o que se prevé que va a haber, también se pueden especificar en los siguientes términos: {“El enunciado «X es…» debe llegar a ser verdadero” por la razón “Y”}.

Es importante tener en cuenta la diferencia que hay entre el conocimiento y las creencias. Se pueden saber cosas, acerca de cualquier objeto, incluyendo a uno mismo, y, sin embargo, nuestras creencias no tienen por qué coincidir con aquello que sabemos.

De hecho, la mayor diferencia que hay entre el conocimiento y las creencias reside en que las funciones de conocer y de creer tratan con objetos de diferente naturaleza.

El ser humano conoce cosas, personas, estados de cosas, etc., cuando elabora representaciones fidedignas de ellos.

No obstante, mediante la función de creer, cree en ideas, enunciados, representaciones, teorías, etc., siendo, todos ellos, objetos de naturaleza formal.

El conocimiento, a menudo interviene en la generación de nuestras acciones, bajo el supuesto de que sus representaciones sean creídas, pero no siempre es así, al menos en toda la magnitud en que podría llegar a hacerlo, ya que lo que las determina, en última instancia, son nuestras creencias, tanto de ser, como de deber ser.

En este sentido, hay que distinguir, la información almacenada en nuestra memoria, de aquella otra que forma parte de nuestro sistema de referencia informativo, cuyos elementos son creencias.

El primer tipo de información se refiere a representaciones de cosas, el segundo, a la atribución de verosimilitud a tales representaciones, y su formalización, tal como ha quedado expuesta anteriormente.

Además cada creencia debe estar incluida  dentro del propio sistema de creencias de la persona, el cual, debe poseer consistencia interna, verificar los principios de razón y demás requisitos para que el modelo formado cumpla con los principios de razón y que, al menos, en su formalización lógica, no viole los principios reales.

De hecho, la funcionalidad principal del sistema de referencia interno consiste en dotar a la persona de un modelo de realidad, del mundo y de sí misma, tal como son y tal como deben ser, como una de las condiciones imprescindibles para que ella misma pueda existir.

Así, para que una representación pase, de la simple memoria, al sistema de referencia interno, debe verificar el requisito de que sea compatible y no contradictoria con el propio sistema y con todos sus componentes. De lo contrario, se podrá mantener en la memoria, pero no accederá a ser una auténtica creencia.

A este respecto, en la configuración del propio sistema de referencia parece primar la conservación de la lógica real del propio sistema, aun cuando esto fuera en detrimento del carácter verdadero de algunos enunciados. Es decir, el sistema no admitirá enunciados que, aun siendo verdaderos, sean incongruentes con él.

Tal filtro sirve a dos fines fundamentales. Por un lado, como decía antes, trata de conservar la lógica de un modelo que se asemeje a la realidad. De hecho, las personas tenemos la convicción de que lo que creemos es real.

Por otro lado, trata de preservar el carácter unitario del propio ser y de su esencia, para que no quede disociada en diferentes particiones incongruentes entre sí. Cuando esto llega a suceder, debido a malformaciones educativas, se producen alteraciones graves de la personalidad.

2 Comments
  • Elena Rodriguez Bravo on 11/10/2015

    No diferenciar entre pensamiento y creencia me trajo muchos quebraderos de cabeza cuando intenté poner en práctica la Terapia Racional Emotiva de Ellis.
    Mi duda ahora es con respecto a la diferencia entre creencia y conocimiento, y mas en concreto, entre creencia verdadera y conocimiento, ¿cuando se conoce se deja de creer?, ¿la creencia es un paso previo al conocimiento?
    Y otra duda con respecto a las creencias y las razones por las que uno cree algo, es si el pensamiento funcional del tipo «Creo que X es verdadero porque necesito que sea así» definiría la lógica de nuestro SRI.
    Y luego también me pregunto sino puede darse el caso de creer que algo es verdadero pero por razones falsas de tipo utilitarista, y si esto es una forma de subjetivismo.
    El artículo sobre los niveles de existencia me ha ayudado mucho, creía que la existencia siempre era plena, para mi son como fogonazos de luz.
    Muchas gracias

    • Carlos J. García on 11/10/2015

      Hay muchas teorías del conocimiento, pero, acerca de las creencias, hay bastantes menos, y, las que conozco, me parecen incompletas. La TRE deja mucho que desear en muchos sentidos y carece de fundamentos consistentes, por lo que no me extraña que no te funcionara.

      Al respecto de las relaciones entre el conocimiento y las creencias, creo que ya he comentado algo, aunque trataré de aclararlas en un próximo artículo destinado al efecto.

      En relación con tu pregunta acerca de si la lógica del SRI responde a necesidades subjetivas, al pragmatismo o a alguna forma de utilitarismo, he de decirte que eso ocurre en ciertos casos en que la esencia personal es irreal, pero no como norma general.

      Cuando el tronco de creencias fundamentales del SRI es real, el conjunto del sistema se desvía poco del objetivo de tener como referencia informativa un modelo fidedigno de la realidad, del mundo y de uno mismo, por lo que la necesidad de creer enunciados falsos no suele ocurrir.

      Solo cuando hay determinantes irreales, conflictos internos de cierta intensidad, la necesidad de formar delirios con funciones de apuntalamiento de un yo en riesgo de derrumbarse, etc., se pone en marcha el argumento de la necesidad subjetiva para justificar la veracidad de creencias que no son verdaderas.

      En condiciones de irrealidad no tan extremas, pueden operar el pragmatismo o el utilitarismo, aunque, no tanto por necesidad subjetiva, como por intereses existenciales anómalos.

Deja un comentario