Blog de Carlos J. García

El juego diabólico de las apariencias

Hace tiempo se distinguían las falsas apariencias de las verdaderas. En la actualidad se distinguen cada vez menos y, en determinados ámbitos como el político, prácticamente nada. Pero esto es de una gravedad extrema.

¿En qué consiste una falsa apariencia? Se trata de emitir una creencia ya fabricada por el emisor, mediante sensaciones que la instalen en el receptor, suprimiendo el conocimiento que este debería efectuar para no caer en el error que contenga dicha creencia. Es exactamente lo que hacen magos e ilusionistas.

Ahora bien, sustituir el conocimiento verdadero por la magia y el engaño a menudo es un proceso silente en cualquier ser humano, inconsciente de que se le está sacando de la realidad.

Solo en ciertos casos, la mayor parte de ellos accidentales, quienes han sido sometidos al mismo obtendrán algún dato o alguna clase de información que les aclare que eso que han creído era falso.

A los magos e ilusionistas no profesionales, que actualmente se cuentan por millones, se les están dando tantísimas facilidades desde múltiples focos pasados y presentes, que están operando sin prácticamente resistencia alguna.

La abolición de la verdad es la primera y gran facilidad que se les ha servido en bandeja.

En la historia del pensamiento quién comenzó dicho proceso fue el sofista Protágoras.

Nicola Abbagnano[i] refiere la relación entre la sofística y sus reflejos en el mundo moderno: «La sofística antigua tampoco carece de su correspondiente reflejo en el mundo moderno. Por ejemplo, según Platón, el sofista Protágoras sostenía la tesis de que “tal como aparece para mí cada cosa, así lo es para mí y tal como te aparece a ti, así lo es para ti: porque hombre eres tú y hombre soy yo” (Teet., 152 a); por lo tanto, identificaba apariencia y sensación afirmando que ambas son siempre verdaderas porque “la sensación es siempre de la cosa que es” (Ib., 152 c): es, se entiende, para este o aquel hombre.” (p. 79)

Y continua Abbagnano: “Por lo tanto es bastante claro que el mundo de la doxa (o sea, de la opinión) que cabalmente comprende las apariencias sensibles y todas las creencias que se fundan en ellas, lo acepta Protágoras tal como se presenta; pero él como los demás sofistas se niega a proceder más allá de este mundo de la opinión y a instituir una investigación que, de algún modo, lo trascienda.» (p. 79)

Uno de los autores contemporáneos que están culminando dicho proceso es Gianni Vattimo[ii] quien da por finiquitada la verdad en varios de sus libros, entre los que destaca por su flamante título Adiós a la verdad.

Dicho libro está saturado de tesis y justificaciones que dan idea de por dónde van las cosas actualmente. Con leer simplemente sus primeras treinta páginas encontramos:

 

  • La verdad es mala, sobre todo, por ser tiránica. La verdad es enemiga de la sociedad abierta de la democracia liberal (tal como la entiende, por ejemplo, Karl Popper) (p. 22)
  • La razón por la que se rechaza la idea de verdad como objetividad es una razón ético-política. La verdad como objetividad convierte en absurda nuestra existencia como sujetos libres y nos expone al riesgo del totalitarismo. (p. 25).
  • No existen hechos, sólo existen interpretaciones. No existen verdades, sólo interpretaciones. (p. 27). Como la verdad es siempre un hecho interpretativo, el criterio supremo en el cual es posible inspirarse, no es la correspondencia puntual del enunciado respecto a la “cosa” enunciada, sino el consenso poblacional sobre los presupuestos de los que se parte para valorar dicha correspondencia. (pp. 28-29)
  • La verdad como absoluta correspondencia objetiva, entendida como última instancia y valor de base, es un peligro más que un valor. (p. 29). La verdad de la política  deberá buscarse  sobre todo en la construcción de un consenso y de una amistad civil que hagan posible la verdad también en el sentido descriptivo del término.  (p. 29)
  • Aquello que llamamos realidad es un juego de interpretaciones en conflicto que está en colisión con la verdad objetiva (p. 30)

En la actualidad es obvio que los poderes dominantes han hecho calar en gran parte de la población a Protágoras y a Vattimo, a Descartes y a Hume, a Locke y a Sartre, y a una larguísima serie de “filósofos”, cuya consecuencia es que la verdad carece de importancia.

Ahora bien, si no hay verdad, tampoco hay falsedad, por lo que ¿cómo distinguiremos las apariencias verdaderas de las falsas? No las distinguiremos, y a quienes las distingan no les servirá de nada en lo referente a que su razón sea reconocida.

Tampoco la razón radica ya en su fundamento real, en su origen y en el respeto a los caminos lógicos por los que discurría, sino en el pragmatismo o la utilidad del pensamiento. La razón final se impone a la razón real.

Hoy en día, no solo no basta tener razón real acerca de algo, sino que, el papel que pudiera jugar en cualquier disputa queda anulado por las ilusiones que causen los relatos ficticios alternativos, de los que saldrá ganador aquel cuya dosis de artificialidad sea mayor.

La valoración social de la verdad y de la razón está cayendo en picado mientras emerge con enorme fuerza el valor que se atribuye a las apariencias y el poder que se obtenga con ellas.

A Maquiavelo se le conoce más por la idea de que el fin justifica los medios que por su defensa de las apariencias frente a la verdad, pero, como vemos, no son planteamientos ajenos entre sí: el fin que se persiga justifica las apariencias que se den para lograrlo.

Como en muchos otros ámbitos, hoy en día las guerras no parecen llevarse a cabo, tanto en los campos materiales, como en el mundo ficticio de las apariencias. La propaganda es la clave fundamental que decanta vencedores y vencidos —a la que el nazismo dio un vigor incrementado.

En los últimos tiempos, se ha exacerbado la manipulación de las creencias de quien observa algo, mediante la emisión masiva de apariencias que causan sensaciones, cuyo contenido se impone sobre la cognición de quien los recibe, haciéndola claudicar para ceder a la creencia que le viene dada desde el emisor.

En honor a los días que corren, a eso le podría bautizar como Procés Català.

Todo cuanto hacen sus actores se reduce a mensajes y apariencias muy intensos para hacer creer a alguien, no ya un relato ficticio, sino un mundo completo de infiernos y paraísos, en el que sumergirlo para que no pueda ver nada, de nada cuanto verdaderamente hay. Oscila entre producir ilusiones perceptivas y auténticas alucinaciones, que favorezcan la producción de delirios colectivos.

Ahora bien, en el juego de las apariencias no solo hay emisores sino, también, receptores.

Los emisores pueden disponer de una gran habilidad para fabricar productos muy impactantes sin referente real. Por su parte, los receptores pueden ser de diferentes tipos en relación con lo que hagan con las apariencias que les llegan.

Hay receptores crédulos y sugestionables que son presa fácil para inyectarles las creencias que al emisor le interese que crean. Los hay más críticos y reflexivos, aunque dentro de este grupo los hay con mayor o menor experiencia en relación con ese tipo de juegos. Por último están todos aquellos que son, ellos mismos, emisores de apariencias con diferentes finalidades de mayor o menor impacto irreal en los destinatarios.

El nivel de la responsabilidad personal de cada uno de estos tipos de receptores en relación con el efecto que les ocasione a ellos mismos, obviamente es diferente, pero hay otro tipo de responsabilidad que se refiere al impacto que producirá en terceras personas el hecho de creer o dar por buenas las falsas apariencias recibidas.

Cuanta mayor sea la responsabilidad hacia terceros (políticos, jueces, periodistas, etc.) más críticos y reflexivos deberían ser sus integrantes con las informaciones que reciban, para que sus acciones subsiguientes no causaran daños a terceros.

[i] ABBAGNANO, NICOLA; “Historia de la Filosofía”; Volumen I; La Filosofía entre los siglos XIX y XX; SARPE, S.A., 1988

[ii] VATTIMO, GIANNI; Adiós a la verdad; trad. de María Teresa D´Meza; Editorial Gedisa, S.A., Barcelona, 2010

 

 

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