Blog de Carlos J. García

Desenmascarar las contradicciones

Cuanto más confusa se va tornando la noción de realidad, más enunciados y frases llegan a nosotros, cuyas estructuras violan los principios de razón, los principios relativos al ser y los trascendentales.

En particular, en el presente artículo, trataré de centrarme en el uso creciente que va cobrando la utilización de contradicciones, cuya esencia es profundamente anti-real.

El desarrollo de la lógica de proposiciones ha llegado a alcanzar un nivel de madurez incuestionable. En concreto, el estudio de las relaciones de oposición, entre proposiciones que contienen significados opuestos, se encuentra a disposición de cualquiera que desee averiguar, si dos proposiciones cualesquiera, son opuestas, o no lo son, y, dentro de la oposición, si son contrarias entre sí, o son contradictorias.

Pondré unos ejemplos:

Dos proposiciones son contrarias, cuando teniendo el mismo sujeto y el mismo predicado, son opuestas sólo por la cualidad, no por la cantidad, siendo ambas universales

  1. El siguiente enunciado contiene dos proposiciones contrarias: «Siempre tengo buena intención, pero, en realidad, nunca la tengo».

Dos proposiciones son contradictorias, cuando tienen el mismo sujeto y el mismo predicado y son opuestas, no sólo por la cualidad (la una afirmativa, la otra negativa), sino, también, por la cantidad (la una universal, la otra particular) [i].

  1. Los dos siguientes enunciados contienen proposiciones contradictorias:
    1. «Siempre tengo buena intención, salvo alguna vez».
    2. «Nunca tengo mala intención, pero alguna vez sí la tengo».

Tal como afirma el citado autor, aunque, a primera vista, parezca lo contrario, las proposiciones contradictorias ejercen mejor su función destructiva que las que contienen una oposición de contrariedad.

Ahora bien, cuando nos llegan mensajes de alguien, que contienen proposiciones contradictorias, como, por ejemplo, las expuestas en el segundo ejemplo («Siempre tengo buena intención, salvo alguna vez» y «Nunca tengo mala intención, pero alguna vez sí la tengo»), tales tipos de mensajes solo poseen efectos destructivos sobre el receptor, no sobre el propio emisor que nos los envía. ¿Por qué?

Si alguien verdaderamente creyera esa conjunción contradictoria de proposiciones, ocasionarían en él mismo, su potencial efecto destructivo, por lo que se suelen tratar de mensajes fabricados para que un tercero los crea, y no que crea el propio emisor.

Generalmente, un emisor de un mensaje como el del ejemplo, «Siempre tengo buena intención, salvo alguna vez», va seguido de una justificación de la segunda parte del mismo, que puede consistir en culpar a otros de que, en una determinada situación, él mismo actúe con mala intención. De tal forma, trata de hacer creer que él es bueno siempre, salvo que alguien malo le obligue a ser malo, en ciertas situaciones excepcionales.

No obstante, si el receptor de ese tipo de mensaje diera crédito al mismo, llegaría a creer que el emisor es sustancialmente bueno (algo así como “en el fondo es bueno”) y solo actúa mal por culpa de terceros.

Además, la segunda proposición de dicha conjunción de creencias, suele referirse directamente al receptor, es decir, que el mensaje explícito suele ser: «yo soy bueno, pero tú me obligas a ser malo, por lo que tú eres el malo».

Dado que ese mensaje es perfectamente contradictorio, tal como expuse al comienzo, el receptor tendría razón en empezar a trabajar mejor el conocimiento del emisor, bajo la hipótesis de que es malo, y no, desde la hipótesis de que es bueno.

Este tipo de falacias, se escuchan con tanta frecuencia, que suelen ser pasadas por alto la mayor parte de las veces, si bien, su alta frecuencia acaba produciendo un efecto general indeseable de tolerancia a la contradicción.

Por el contrario, las proposiciones contrarias, a las que muchas personas confunden con contradicciones, suelen resultar tan evidentes, que no suelen ser empleadas con tanta frecuencia como ocurre con las auténticas contradicciones.

Por ejemplo, dos proposiciones contrarias formando un enunciado, serían «mi familia es buena y mi familia no es buena», si bien, las auténticamente contradictorias serían del tipo: «toda mi familia es buena, pero mi padre no es bueno» o, «nadie de mi familia es bueno, pero  mi padre sí lo es».

Las contrarias se detectan fácilmente, mientras, las contradictorias, pueden complicar el análisis, sobre todo, porque se suelen insertar en contextos retóricos que oscurecen sus significados.

El expuesto, es un simple elemento de los muchos que podemos encontrar entre las actividades sujetas al anti-realismo, y que forman parte de las actividades anti-reales, o, irreales, cuyo origen último es anti-real.

La detección de tales violaciones flagrantes de los principios reales, tiene la suficiente importancia, como para que nos pongamos en estado de alerta ante las fuentes en las que se origina su emisión.

[i] Ver la sección segunda del capítulo II de MARITAIN, JACQUES; El orden de los conceptos; trad. Gilbert Morreau de Buedo con col. De Mariano Argüello; CLUB DE LECTORES, Buenos Aires, 1974

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